"Este debe ser el auto más tecnológico que hay en el Rally Mobil", dicen quienes miran el Citroen DS3 R3 de Tomás Etcheverry. El vehículo recibe las últimas mantenciones antes de dar sus vueltas en el shakedown de Casablanca. Las dos primeras las hace con su navegante Ricardo Rojas, la tercera será conmigo.
Mientras se prepara Tomás, sublíder de la categoría R3, trato de entender cómo se mueve un auto que, de entrada, no tiene acceso para el contacto. Ni siquiera usa algo como una llave. El bólido de motor 1.6 turbo, 200 HP y caja de cambios secuencial arranca gracias a un pequeño tablero que maneja todo. Con su mano enguantada, Etcheverry enciende el auto.
El sonido es potente. Sin avanzar, el motor intimida e invita a un viaje que será rápido. En menos de los cinco minutos que dura el shakedown, el Citroen salta, derrapa, toma curvas casi imposibles. Si quiere verlo de otra forma, vuela.
Etcheverry dice que ya le tomó la mano, aunque reconoce que los primeros kilómetros fueron difíciles. "Es que es un auto totalmente distinto al que estábamos acostumbrados. El N4 con el que fui campeón en 2012 tenía tracción integral, éste lo tiene adelante, lo que obliga a entrar bien en la curva; si no, el auto se va", narra el piloto mientras pasa un salto y toma una curva.
La caja hace también su trabajo eficientemente: la palanca, a la mano del volante, facilita los cambios. Velozmente, Etcheverry pasa de tercera a cuarta y luego a quinta y así. Al medio, como si fuera el cambio de un auto convencional, está el freno de mano. ¿Lo usas?, pregunto. "Claro", dice Tomás. Cinco segundos después, una curva cerrada en bajada y luego en subida exige el frenado. Parece difícil hacer el juego entre palancas y volante, pero él lo hace sin problemas. El inconveniente es superado.
Entre medio de la carrera, mientras pasa fardos de pasto, Etcheverry analiza su año. "Si estoy a dos puntos del líder y con opciones de pelear el título, es claro que he tenido un gran año. Estuve con problemas en Pucón, pero en Rancagua tuve una gran prueba, gané y me metí en carrera", detalla.
A propósito de Rancagua, los caminos de la Sexta Región son uno de los favoritos para Tomás. "Me gustan mucho La Serena y Rancagua. ¿Por qué? Porque he ganado, simple", dice. ¿Y las clásicas, como Concepción y su natal Osorno? "No, siempre me ha ido mal", comenta y luego agrega: "Es por algo personal, pero técnicamente son las mejores rutas".
Y de caminos, ¿qué le parece el asfalto para correr? "Me gusta, pero se complica el correr porque estos autos no están hechos para pavimento", explica. En un rato más, demostrará en la ruta que el Citroen se descontrola en una curva de concreto. Aparte, es caro: "traer un kit para asfalto es de unos 15 mil euros, lejos del presupuesto".
¿Es un tabú?, replico. Las críticas de varios pilotos cuando el Motorshow se hizo en La Moneda fueron fuertes, pero Etcheverry dice que no es por el asfalto. "No me parecía justo que se definiera un título en un suelo donde no se corre en todo el año", indica.
La vuelta finaliza y antes de bajarme le pregunto si le ha sacado el cien por ciento a su Citroen. "No creo, siempre hay más que pueda dar", dice. Donde sí está seguro Etcheverry es que tendrá que dar el máximo para ser campeón de la R3.