Ivania Martinich debió haberse llamado Ivania Martinic. Pero, al igual que muchos inmigrantes croatas que llegaron a Punta Arenas a principios y mediados del siglo pasado, su abuelo fue mal inscrito en el Registro Civil de la ciudad austral en la que muchos balcánicos echaron raíces. Años después, ella misma tuvo que protagonizar su propio éxodo hacia la zona central del país en busca de un sueño: ser tenista profesional.
"A los nueve años empecé a jugar de manera recreativa, pero en Punta Arenas no existe ninguna academia de alto rendimiento. Cuando tenía 13, tomamos la decisión como familia de irnos a la Quinta Región para hacerlo más fácil. Era muy caro viajar desde Punta Arenas hacia cualquier torneo. Así, empecé a competir en el circuito nacional de menores, pero tampoco tenía plata para hacer todas las giras Cosat e ITF. Recién a los 16 pude hacer un par, pero nada muy sostenido. Nunca hubo un proceso ni un entrenamiento riguroso", confiesa la jugadora de 21 años.
Bajo la sombra de esa compleja realidad, continuó en busca de su sueño, aunque con varios tropiezos: "A los 17 empecé a jugar Futuros. Quedé 690 del ranking y me fui a Europa por tres meses. Se me acabó la plata y no pude terminar el proceso. Toda mi vida ha sido así, de procesos cortados. He ido aprendiendo sobre la marcha. Mis papás siempre me han apoyado al cien porque creen mucho en lo que puedo hacer, pero he tenido cero apoyo de la Federación. Y, a pesar de todo, he tenido resultados".
El año pasado fue convocada al equipo de Fed Cup y vivió un cambio importante. "Ahí conocí al PF Héctor Passi y a Belus Prajoux. Empecé a hacer las cosas como profesional y tuve un cambio físico importante, que se notó en mi tenis. Me fui a Europa, pasé todas las clasificaciones y hasta hice una final en Croacia, viniendo desde la qualy", relata.
Pero esta chica escondía una sorpresa que pudo ser detectada por Passi, a través de un completo sistema de mediciones desarrollado por él. "Ivania tiene indicadores de fuerza, de potencia y de composición corporal de una deportista de alta competencia. La grasa bajó de un 25% a un 15%, el consumo de oxígeno lo elevó de 40 a 55 ml, que son valores que comúnmente tienen las jugadoras que están entre los 50 primeros lugares del ranking. A nivel de fuerza, en el tren superior, está en casi 55 kilos. Y en sentadillas, está en 140 kilos. Eso indica que solamente bastaba hacer un trabajo serio y bien guiado para que los resultados se dieran", explica.
Con esa información física, la puntarenense trabaja lo tenístico con Prajoux, quien se integró en la última parte del año pasado. "Me pareció interesante, porque tiene talento. La había nominado para Fed Cup, porque juega bastante bien, aunque todavía tiene mucho que aprender. Es un muy buen proyecto al que estamos tratando de que le vaya bien, porque en Chile no hay abundancia de jugadoras", expresa el técnico.
Martinich terminó la temporada pasada con un buen nivel y sumó puntos para ubicarse en el puesto 780 del ranking mundial y ser la número cinco de Chile. Sin embargo, el nuevo capitán, Jorge Ibáñez, no la nominó para la Fed Cup de este año. Incluso, después de que tuviera que desconvocar a Alexa Guarachi, a quien le faltaban tres meses para poder ser elegible para representar a Chile tras haber estado inscrita por Estados Unidos, su país de nacimiento. "No entiendo bien cuáles fueron los criterios que se usaron para elegir a la cuarta jugadora (Daniela López, sin ranking). Hay cosas un poco raras que pasan en la Federación. No son muy claros en los criterios de selección. Yo pensaba que la cuarta jugadora se elegía por mérito o ranking y es raro que al final esa cuarta jugadora sea alumna del capitán. Pero no me sorprende, porque la Federación no me ha apoyado ni siquiera cuando me ha correspondido. Mi mamá se cansó de ir a para allá y la trataron muy mal en la época de Hinzpeter…", afirma con resignación, mientras que Prajoux añade otro dato: "Yo me enteré leyendo La Tercera y por la página de la Federación de que no seguía como capitán de Fed Cup, lo que me parece una falta de respeto y de educación", sostiene.
A pesar de la desilusión, Ivania partirá en febrero a Europa, con la meta de estar al menos entre las 400 mejores. Y antes de despedirse, comparte una reflexión: "Uno mira para atrás y ve que hizo tan mal las cosas. Si las hubiese hecho en serio, quizás estaría en otra situación. Pero no vale la pena pensar en eso, sino en las oportunidades que ahora surgen".