Uruguay mastica el fracaso. Lo siente y sufre. La Copa América Centenario se transformó en un calvario para el seleccionado oriental, que en Estados Unidos se encontró con todas sus falencias. Un equipo sin alma, de exiguo empuje, pocas variantes y casi nula capacidad para generar peligro sobre el arco rival. El equipo de Washington Tabárez quedó eliminado en la fase de grupos de un torneo continental, ese mismo que ha ganado 15 veces, más que ningún país de la región, por primera vez desde 1997, cuando se despidió anticipadamente del certamen tras perder con Perú y Bolivia, el local en aquella edición.
La frustración se apoderó de todo el país. Y fue graficada de manera elocuente en Luis Suárez, acaso la única luz de esperanza del equipo, y que perdió los estribos en la banca de suplentes cuando se dio cuenta que no podría ingresar ante los venezolanos. El de Barcelona estaba junto a los suplentes, realizó con intensidad el calentamiento incluso, pero el cuerpo técnico no lo había incluido en la nómina de jugadores utilizables por no estar ciento por ciento recuperado de la lesión muscular sufrida en la pierna derecha en la final de la Copa del Rey a fines de mayo. El ex Liverpool se volvió loco. Insultó al aire, tiró patadas, golpeó la banca con sus puños. Luego se sentó y vio con la misma impotencia de sus 3,4 millones de compatriotas cómo su selección se despedía de la Copa. Una nueva decepción. La segunda en años consecutivos si se considera la eliminación en manos de Chile en los cuartos de final de la edición 2015.
"Es mi quinta Copa América y nunca me había pasado esto. Siempre superamos la fase de grupos por lo menos y en varias de ellas jugamos la final", expresó el DT charrúa una vez consumada la derrota frente al cuadro vinotinto. Y añadió: "Sorprendentemente nunca encontramos el juego que queríamos desarrollar ni la ubicación en un partido que teníamos que ganar sí o sí para seguir adelante en este torneo".
Sobre la actitud de Suárez, que tuvo amplia difusión en los medios de todo el mundo, el estratega aseguró que sólo se trató de "una calentura del partido", restándole importancia al hecho. No obstante, de igual manera precisó: "Me da igual que se enoje. Por más que el futbolista se moleste, nosotros no podemos poner a un jugador que no se recuperó y está con dolencias. Aunque a mí no me consta, porque no me dijo nada. Pero hoy (jueves) hace 18 días que tuvo un desgarro importante y queremos a Suárez cuando esté bien. Para la eliminatoria", cerró el técnico que, tras la eliminación, nuevamente comenzó a ser blanco de críticas y cuestionamientos sobre si puede o debe seguir al frente del equipo, considerando fundamentalmente las complicaciones lumbares que sufre desde hace algún tiempo que le impiden, incluso, un normal desplazamiento y que según el medio charrúa ha afectado directamente en su trabajo como entrenador de la selección.
"La imagen que dejamos dista mucho de la que veníamos dando hasta hace no mucho tiempo atrás", fue el análisis del adiestrador. A esas alturas Paolo Suárez, hermano de Luis, ya había publicado en Twitter que "era un partido de vida o muerte! Los 3 millones y un poco más nos dimos cuenta menos vos. Qué increíble! Regalaste la Copa!", reflejando el sentir de todo un pueblo.
"Nos vamos muy dolidos y tristes. Teníamos la misma ilusión de toda la gente. Lo intentamos, pero no se pudo. Damos las gracias a la gente que nos apoyó. Ellos deben estar orgullosos por el esfuerzo", afirmó Diego Godín, intentando explicar con palabras la frustración. "Hay mucho que mejorar", lanzó, antes dar por terminada una Copa en la que obtuvieron más pena que gloria.