Quedan tres semanas para que los casi 300 mil estudiantes que rindieron la Prueba de Selección Universitaria (PSU) conozcan sus puntajes e inicien el proceso de admisión a las universidades el próximo 26 de diciembre.
Uno de los aspectos que deberán evaluar los alumnos a la hora de elegir dónde y qué estudiar será si la institución posee acreditación y por cuántos años se le entregó. Un proceso que, si bien es voluntario para los planteles educacionales, ha sido adoptado por el 80% de las universidades, ya que con ese sello sus alumnos pueden postular a los beneficios estudiantiles como gratuidad, becas y créditos.
De 1.246.930 alumnos matriculados en la educación superior este 2017, nueve de cada diez estudia en instituciones acreditadas. Distinto es el escenario a la hora de ver la situación por programas académicos. Según datos entregados en el "Barómetro del aseguramiento de la calidad de la educación superior" de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), de las 4.236 carreras de pregrado que existen en el país, solo un 25% de ellas se encuentra acreditados, es decir 1.041 carreras (ver infografía).
Este último punto es uno de los principales desafíos que enfrenta la CNA, aunque saben que el hecho de que la acreditación de una carrera sea voluntaria (solo lo es para los programas de Medicina y Pedagogía) y que no esté asociada a algún beneficio económico para el alumno y la institución, genera poco interés de incurrir en el gasto que significa este tipo de certificación para las instituciones educación superior.
"La acreditación por carreras ha ido creciendo paulatina y sostenidamente, y la CNA espera incorporar a la totalidad de las instituciones a la búsqueda permanente del mejoramiento de la calidad. Se debe tener en consideración que cuando una carrera no acredita o no se somete al proceso, legalmente no tiene consecuencias", explica Paula Beale Sepúlveda, secretaria Ejecutiva de la CNA.
¿Alto costo?
Si bien el costo establecido en la página web para el proceso de acreditación de una carrera profesional bordea los $ 7 millones, la preparación implica un gasto similar, lo que para muchos planteles puede significar un alto costo, más si se multiplica por el número de programas que, por ejemplo, en el caso de la Universidad de Chile superan las 80.
Por lo mismo, para muchos expertos, aquellas universidades con mayor prestigio prefieren omitir este gasto.
"Hay universidades tradicionales que cuentan con 6 ó 7 años de acreditación y tienen carreras acreditadas por el mínimo o que no están acreditadas. La ley es un poco burda porque no distingue entre quienes se les ha rechazado la acreditación versus las que nunca han pasado por el proceso. La acreditación por carreras garantiza calidad, por ejemplo, la U. Iberoamericana está acreditada y todos sabemos la crisis que tienen, y nosotros rechazamos la acreditación de dos carreras, por eso se puede ver que va al corazón de la enseñanza de aprendizaje y es más exacto", explica José Miguel Rodríguez, director ejecutivo de la agencia Acreditacción, órganos privados que trabajan asociadas a la CNA en materia de certificación de carreras.
Además del monto, desde la CNA agregan que es un proceso que toma un largo período, lo que también puede influir.
"En cuanto al esfuerzo académico que se requiere, este es relevante. La carrera debe autoevaluarse y luego recibir la visita de pares externos que revisen sus condiciones de operación y resultados. Se trata de un esfuerzo conjunto de acreditados y acreditadores que toma a lo menos un año desde la decisión de someterse a la evaluación hasta el resultado", añade Beale.
Contar con este tipo de acreditación, sin embargo, es importante para algunas instituciones como la Universidad San Sebastián (USS), que según su rector, Hugo Lavados, cuenta con más del 80% de sus programas certificados.
"Esto nos hace estar en el más alto prestigio. Ha habido quizás una falta de perspectiva, porque esto da cuenta específicamente de lo que se está haciendo en la formación de cada una de las áreas", indica Lavados.
Si bien la Universidad Católica también tiene gran parte de sus carreras acreditadas, cuestionan la modalidad utilizada por la CNA. "Creemos que el sistema tiene que avanzar a un modelo más maduro y que, por ejemplo, haya alguna relación entre la acreditación institucional y la de las carreras. Nuestra universidad, al igual que la U. de Chile y la U. de Concepción, tiene siete años de acreditación institucional", sostiene Juan Larraín, vicerrector académico UC.
El gobierno pretende modificar el actual sistema de acreditación, que establece procesos por separados para la certificación institucional y por carreras, para fusionarlos en uno solo, donde la tramitación de la certificación institucional esté asociada obligatoriamente al de un número determinado de programas.