Un círculo vicioso, que ya se extiende por una década, mantiene en jaque a la Franja de Gaza y a sus 1,8 millones habitantes, al punto que las organizaciones internacionales y humanitarias hablan de que ese territorio palestino se encuentra en una crisis humanitaria "crucial" y al borde del colapso total de sus servicios básicos. Eso porque desde que el movimiento islamista Hamas tomó el control total de ese enclave costero, el 15 de junio de 2007, Israel impuso un férreo cerco, restringió al máximo la entrada y salida de personas y bienes, y ha lanzado al menos tres operaciones militares de envergadura en respuesta al disparo de cohetes y los intentos por atacar e introducirse -incluso a través de túneles- en territorio israelí para cometer atentados. Esas acciones provocaron 3.700 muertos y dejaron a parte importante de Gaza en ruinas.
La tensión entre Hamas y el grupo Fatah (del Presidente palestino Mahmoud Abbas) se intensificó después de las elecciones de 2006, que ganó el movimiento integrista. Más tarde se produjeron enfrentamientos esporádicos entre miembros de Hamas y las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina hasta que entre el 10 y 15 de junio de 2007 estallaron combates entre ambas partes que se saldaron con 116 muertos y con la derrota de los hombres de Abbas.
Hamas -un movimiento que no reconoce la existencia del Estado de Israel y lucha por su destrucción, y busca construir un Estado islámico en los territorios palestinos y en lo que es Israel- controló toda la franja, mientras Fatah se hizo fuerte en Cisjordania. De inmediato, Israel -que considera a Hamas como una organización terrorista- cerró todos los puntos de control en las fronteras de Gaza e implantó una política de asfixia, supuestamente para detener el abastecimiento de armas y explosivos, y para impedir que atacantes palestinos entren en el Estado judío. Un cerco que también se mantiene -más o menos férreo- en la otra frontera, la que Gaza tiene con Egipto.
Una década después de esos hechos, y pese a los infértiles intentos del gobierno de Gaza y de la ANP de buscar a un acercamiento (en 2014 se creó un Ejecutivo técnico de unidad pero fracasó), la situación de los habitantes se complica día a día. Solo esta semana se anunció la reducción por parte de Israel del abastecimiento de la energía eléctrica de la franja, a menos de tres horas diarias, después que el gobierno palestino de Abbas informara que no seguirá pagando (a Israel) toda la energía que se consume en el enclave costero y que controla su enemigo, Hamas. Ya en abril la única central que producía energía eléctrica en la franja había dejado de funcionar por falta de combustible. La decisión de Abbas, que también recortó en un 30% los sueldos de los empleados públicos en Gaza, es una jugada política para presionar a Hamas que vuelva a la mesa de negociaciones para la formación un gobierno de unidad palestino.
En estos 10 años, a consecuencia de las políticas de confrontación de Hamas, Israel ha lanzado una serie de ofensivas militares en la Franja de Gaza (las más mortíferas y destructivas fueron las de 2008-2009 y la de 2014). La economía local está por los suelos, la mitad de la población activa no tiene empleo y más de tres cuartas partes de los habitantes dependen de la ayuda humanitaria. La franja vive en un casi total aislamiento: no tiene aeropuerto, ya que el que tenía fue destruido por Israel en 2001, no cuenta con un puerto y las embarcaciones palestinas, principalmente de pescadores, no pueden navegar más lejos de la costa que nueve millas náuticas (pese a que los acuerdos de Oslo hablan de 12 millas). Además, sólo dos de los pasos fronterizos funcionan con alguna regularidad: Erez y Kerem Shalom.
Buena parte de los fondos y materiales destinados a la reconstrucción, fruto de donaciones internacionales, han sido destinados por parte de Hamas (que ha impuesto un gobierno autoritario en la franja) para construir sofisticados túneles, principalmente bajo la frontera con Egipto, para traficar todo tipo de bienes, desde alimentos, artefactos eléctricos, combustible, y armamento. Esta semana la ONG israelí Médicos por los Derechos Humanos aseguró que los hospitales de la Franja de Gaza tienen solo dos tercios de los medicamentos considerados básicos.
La división también ha hecho más difícil la negociación de la paz con los diferentes gobiernos israelíes de turno, debido a la representatividad, peso y legitimidad que puede tener Abbas (fue elegido Presidente en enero de 2005 y su mandato expiró en 2009). Mal que mal, lo que eventualmente pacte el gobierno de la ANP en Cisjordania difícilmente será aceptado por el Ejecutivo que manda en la Franja de Gaza. "La separación ha sido un factor muy negativo para aunar los esfuerzos contra la ocupación", explicó a EFE Fayez Saqa, diputado de Fatah. Saqa sostuvo que se ha hecho todo lo posible para poner fin a esta división "de la que solo ha sacado beneficios Israel".
Como si fuese poco el enfrentamiento entre Qatar y otros países con Arabia Saudita a la cabeza, podría afectar aún más la situación en Gaza, debido a que Doha es uno de sus principales donantes de Hamas.