La duda cae de cajón. Es muy probable que a una persona ajena o incluso cercana al rugby le llame la atención la forma del balón: ovalada. Aparte de diferenciarse por eso de las esféricas del fútbol, vóleibol o básquetbol, también resalta por su densidad y por la textura porosa de su superficie.

Todo nació en la ciudad de Rugby, en el centro de Gran Bretaña. Cuenta la tradición que en 1823, William Webb Ellis, estudiante del colegio local, desobedeció a su profesor en un partido de fútbol: tomó la pelota con las manos y la llevó hasta la meta contraria hasta marcar un gol.

Desde ese momento, comenzó el camino de los rugbiers hasta la regulación de su deporte, y junto con ello, la creación de una pelota única, que se diferenciara de las demás disciplinas que se practicaban en Europa. Los primeros fabricantes fueron Richard Lindon y William Gilbert, quienes las hacían con cuero y rellenas con vejiga de cerdo. Los balones se inflaban a pulmón y esto implicaba que tomen una forma más deforme que esférica.

A la forma de guinda se le atribuye una causa natural. Para inflarlas en sus inicios se necesitaban voluntarios, ya que debía hacerse cuando los órganos de los animales estaban aún frescos. En el libro Tom Brown's school days, Thomas Hughes cuenta que comenzó hacerse más oval a partir de 1835. Otra razón es que los estudiantes del Colegio Rugby le pidieron a Gilbert que le diera una forma distinta al balón de fútbol para establecer una diferencia respecto de la otra disciplina.

Los pasos para confeccionar en esa época eran cortar el cuero en cuatro piezas, coserlas, dejarlas secar, introducir una vejiga de cerdo al interior, inflar el balón con aire a pulmón con una boquilla de pipa (único método en ese tiempo) y finalmente cerrar el orificio con un cordón.

CAMBIOS EVIDENTES

Ian Campbell McLean, mayor leyenda del rugby chileno, recuerda cómo eran las pelotas en la década de los 50. "Eran más artesanales e irregulares. No había una pelota standard. Un día te podía tocar una gorda, otras más bien flacas o con cototos. La realidad era distinta a los balones sintéticos de hoy", cuenta Patita de Oro.

Para el histórico jugador de los Cóndores y del Country Club, la irregularidad de las pelotas hacía que la faceta de las patadas en el juego se hiciera más complicada. "Influía en las trayectorias que tomaba cuando uno la pateaba. Había que mirar y encontrar un espacio liso y parejo en la pelota. Hoy es más fácil. Las sintéticas son perfectas y ayudan a hacer mejores pases, a mejorar el juego de manos", explica Campbell.

El primer partido internacional oficial en que se usó el balón ovalado se produjo el 27 de marzo en 1871, entre Escocia e Inglaterra. Hoy, 143 años después, el seleccionado nacional Matías Nordenflytch analiza la evolución de la guinda hasta hoy. "A lo largo del tiempo ha cambiado el peso y la forma. Hoy son más rugosas y tienen mejor agarre, siendo más ajustables. En general se han hecho más livianas y también se están haciendo menos ovaladas y un poco más redondas, como eran antiguamente", analiza el segundo centro de COBS.

En 1860, el químico británico Charles Hanson logró grandes avances en la manipulación del caucho natural, lo que  provocó que 10 años después se remplazaran las vejigas de cerdo por ese material.

Con el paso del tiempo, el balón comenzó acentuar en su forma ovalada y luego sufrió distintos cambios tecnológicos. "Nuestra marca por ejemplo, ha ido evolucionando en la tecnología, haciendo los balones más livianos y con mejor agarre. La idea es que funcionen en las peores condiciones, como la lluvia y el barro", afirma Marcelo Meyer, gerente comercial de Mitre (empresa británica) en Chile, marca oficial del balón del ADO I de Rugby.

Meyer también explica que los avances se han traducido en distintos tipos de tamaños: "Existen tres tamaños oficiales, la número cinco es para profesionales; la número cuatro es para colegiales de enseñanza media y  la número tres es para  la etapa  de iniciación en niños de 12 años y menos".