Cuando Jessica Allen, madre de dos hijos, se inscribió en la agencia Omega Family Global para convertirse en madre subrogante, no pensó que sucedería nada extraño.

Su pareja actual la animó a hacerlo: El pago de 30 mil dólares por gestar el hijo de otra persona les serviría para comprar una nueva casa, para dejar el trabajo y cuidar a sus hijos, y además en el proceso ayudaría a una pareja que no podía tener hijos de forma tradicional.

La organización la emparejó con un matrimonio chino, y en abril del 2016 tras el proceso de fecundación in vitro, Allen quedó embarazada del hijo de la pareja. 

Tras seis semanas, los escáneres revelaron que estaba gestando a dos bebés y la fecundación había resultado en gemelos. Según la mujer, la pareja china quedó aún más contenta, y aumentaron el pago en 5 mil dólares por el segundo hijo.

A las 38 semanas, un 12 de diciembre del 2016 los gemelos nacieron por medio de una cesárea.

Según explica Allen al New York Post, y pese a que el contrato estipulaba que pasaría una hora con los gemelos tras su nacimiento,  no la dejaron ver a los bebés tras la operación. A los días, recibió un mensaje de la pareja china con una foto de ambos bebés.

"No se parecen, ¿verdad?", decía el mensaje. "¿Se te ocurre por qué son diferentes?"

Tras un examen de ADN, los resultados arrojaron que efectivamente, uno de los bebés era hijo de la pareja china, pero el otro era en realidad hijo de Allen y su pareja. 

"Lo que había pasado es un incidente médico extremadamente raro llamado superfetación, en donde me había embarazado naturalmente a pesar de usar condones, luego del ciclo de fecundación in vitro en donde el embrión de la pareja china se había transferida a mi útero", indicó Jessica al medio estadounidense.

Tras esto, Omega se contactó con Jessica y le indicó que la agencia estaba cuidando a su hijo biológico porque la pareja china ya no lo quería, y que estaban reclamando que por el error Allen les pagara entre 18 y 22 mil dólares en compensación.

Desde la agencia además, le indicaron que ya estaban buscando padres para que adoptaran al bebé y así "absorber" parte del dinero que reclamaba la pareja china.

Allen tuvo que contratar rápidamente un abogado, pues quería recuperar a su hijo, pero ni la agencia ni la pareja china estaban dispuestos a entregar al recién nacido sin dinero de por medio.

Al final, y tras 3 mil dólares de pago al abogado, Allen y su esposo pudieron recuperar a su hijo y no pagarla a la agencia, quienes reclamaban dinero extra por los gastos de la trabajadora social que había cuidado al bebé luego de que la pareja china lo devolviera a la agencia.

Ahora, los Allen enfrentan un nuevo problema: Su hijo, a quien rebautizaron como Malachi, no tiene certificado de nacimiento que muestre su nuevo nombre y a sus padres biológicos.

"La única prueba que tenemos es el ADN, pero es como si no existiera en el mundo", indicó Allen al Huffintgton Post. Desde que todo esto sucedió, han intentado dar a conocer su historia a la mayor cantidad de medios de comunicación posible para que Omega responda.

Hoy, esperan que la agencia se haga responsable de los trámites y de entregar la documentación necesaria, pero hasta ahora no hay respuesta.