La reina Isabel II de Inglaterra concluyó hoy su exitoso viaje de dos días a Irlanda del Norte con un multitud de personas en el castillo de Stormont, donde más de 20.000 personas celebraron sus 60 años en el trono.
Fue el punto final para una jornada que comenzó en Belfast con el histórico apretón de manos entre la monarca y el ex comandante del Ejército Republicano Irlandés (IRA) Martin McGuinness, ahora viceministro principal norirlandés, un gesto que sirvió para certificar la reconciliación entre antiguos enemigos.
Así lo entendieron los miles de norirlandeses que acudieron, en un día más caluroso de lo habitual en estas latitudes, a Stormont, sede del Parlamento autónomo, para saludar a la soberana, quien estuvo acompañada durante su estancia en la región por su marido, el duque de Edimburgo.
Ambos recorrieron la avenida que lleva hasta las puertas del castillo en un vehículo descapotable, otra muestra de la relajación de las duras medidas de seguridad que caracterizaron sus anteriores visitas a Irlanda del Norte, muchas de ellas efectuadas durante los peores años del sangriento conflicto entre católicos y protestantes.
Isabel II -vestida totalmente de verde, el color de Irlanda y del nacionalismo irlandés- no dejó de saludar durante ese breve trayecto a una marea de norirlandeses teñida de rojo, azul y blanco, los colores de la bandera del Reino Unido.
Con esta presencia masiva, la comunidad unionista quiso dejar claro que quiere que la provincia siga manteniendo sus vínculos con la Corona británica, mientras que el Sinn Fein, antiguo brazo político del IRA, ha reiterado, sin restar importancia al saludo con la reina, su compromiso con la unificación de la isla de Irlanda por medios democráticos.
"Sigo siendo republicano", dijo McGuinness tras su encuentro con la soberana para defender un gesto por el que ha sido criticado por los grupos disidentes del IRA opuestos al proceso de paz y empeñados en continuar con la lucha armada.
En este espíritu de reconciliación y diversidad en Irlanda del Norte, la reina también visitó ayer la localidad de Enniskillen, al suroeste del Ulster, para asistir a un servicio religioso en la catedral protestante de Saint Macartin, muy próxima al escenario de uno de los atentados más sangrientos perpetrados por el IRA, que acabó con la vida de once personas en 1987.
Isabel II mantuvo un emotivo encuentro con las familias de las víctimas de aquella acción terrorista, una de las mayores atrocidades del conflicto norirlandés.
Ella misma padeció el azote de la violencia del IRA cuando el grupo paramilitar, con Martin McGuinness ya entre sus líderes, asesinó a su primo lord Mountbatten, el tío favorito del príncipe Carlos, en un atentado perpetrado en 1979.
La reina y el ex comandante cerraron hoy con apretón de manos esas heridas del pasado y abrieron una "nueva fase" en el exitoso proceso de paz, según destacó McGuinness.