Por fin me instalo en "el" gueto vertical, la catedral de los 20 edificios que en Estación Central de pronto atrajeron como moscas a la prensa y todo tipo de expertos: estoy en la misma foto del patio interior que la nana María Santos whatsappeó a su patrón, el arquitecto Rodrigo Aravena el 6 de abril y que luego replicó el intendente Claudio Orrego diciendo: "Estos edificios se construyen en Estación Central. ¿Dónde está la escala humana y el espacio público? ¿Sabían que no existe plan regulador?". Por la noche el arquitecto Iván Poduje bautizó estos edificios como guetos verticales.
Estoy instalado en la misma mecha de la polémica: el edificio Alameda Urbano, en avenida Las Rejas Norte 65, en Estación Central. Viviendo como cualquier chileno.
Durante una semana, el estrecho departamento de 30 m² será mi hogar –"y mi cárcel"– pienso, casi sin querer, al estirar las piernas sobre la mesa de centro (que de otro modo no podría estirar sin derribar algo). Además de lo pequeño, sobrecoge el paisaje que abarca la vista desde mi ventana: a exactos 18 metros de distancia, se está construyendo un edificio que tendrá 1200 departamentos y que se entregará en diciembre.
Ocupan toda mi vista desde abajo hasta el cielo. Tengo que abrir la ventana, y estirar el cuello hacia afuera, para ver una rendija de cielo del ancho de un cigarrillo. No tendré luz natural durante una semana.
Enfrente, casi leo lo que dice el computador de mi vecino. Leo claramente la marca Iris en galones de pintura.
Cuando se complete este proyecto, que componen tres torres Alameda de la inmobiliaria Su Ksa junto al edificio Alameda Plaza, de Absal, serán 5.600 departamentos en un solo monoblock de una manzana. Es decir, ocho mil personas en una sola manzana, en una sola hectárea. Cuando la densidad promedio de Estación Central es de 79 habitantes por hectárea. Y la de todo Santiago, 23 habitantes por hectárea.
La mole de Su Ksa se ve a cuadras de distancia y parece un monstruo fuera de contexto. Una cosa rusa. Pero también marca un límite: a sus espaldas la tierra de las picadas como El Hoyo o El Palacio del Poroto con Rienda, del planetario de la Usach, de la Teletón, de la Villa Portales, la Quinta Normal, los trenes, los buses, de cierto folclor urbano de Santiago Poniente.
Al frente suyo empieza la amplia periferia de Santiago poniente. Casas bajas hasta prácticamente los cerros.