Los disturbios registrados el sábado en Charlottesville, Virginia, revivieron el conflicto racial que de tanto en tanto explota en Estados Unidos. Distintos grupos de supremacistas blancos han tomado mayor protagonismo y seguridad con la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca, y las suaves declaraciones del mandatario tras el incidente del fin de semana avivaron la controversia en lo que se ha convertido en el primer gran incidente racial de la era Trump.
El Presidente de EE.UU., que se encuentra en su club de golf en Nueva Jersey, tuvo que tomarse una pausa en sus 17 días de vacaciones para dirigirse al país por los incidentes en Virginia. En sus declaraciones del sábado, el mandatario no culpó directamente a los supremacistas blancos de los disturbios, que dejaron tres víctimas fatales y más de 20 heridos, y solo señaló que "muchos bandos" habrían sido los culpables de los actos de violencia en Charlottesville. Además, dijo que "el odio y el racismo" eran evidentes en el país desde antes de su candidatura.
Las tibias palabras del Presidente Trump generaron una tormenta de críticas por no tomar una posición pública más fuerte frente a los grupos supremacistas. Así, la Casa Blanca tuvo que entregar ayer una nueva declaración para silenciar la ola de comentarios en contra. "El Presidente dijo energéticamente en su declaración de ayer (sábado) que él condena todas las formas de violencia, intolerancia y odio y, por supuesto, eso incluye a los supremacistas blancos, al KKK, a los neonazis y a todos los grupos extremistas", afirmó un portavoz presidencial citado por Reuters.
A través de Twitter, el ex presidente Barack Obama condenó la violencia en Virginia y citó a Nelson Mandela. "Nadie nació odiando a otra persona por el color de su piel o por la religión (...)", dijo.
Incluso, hasta Ivanka Trump, la hija del mandatario, condenó el hecho de manera enérgica: "No hay lugar en la sociedad para los supremacistas blancos y para los neonazis". También entró al ruedo Hillary Clinton, aunque no mencionó directamente a Trump.
Pero el alcalde de Charlottesville, el demócrata Mike Signer, fue más allá al señalar que el atropello de una de las víctimas fatales había sido "un acto de terrorismo" y que el Presidente Donald Trump durante su campaña avivó el odio racial con sus declaraciones contra los inmigrantes, además de no tener problemas con que varios grupos de supremacistas blancos lo respaldaran abiertamente. "La responsabilidad de lo sucedido es de la Casa Blanca" dijo ayer Signer. Al mismo tiempo, el gobernador de Virginia, el demócrata Terry McAuliffe, declaró estado de emergencia el sábado con la idea de que la violencia se detendría, algo que finalmente no ocurrió. "Váyanse a casa y que la vergüenza caiga sobre ustedes" dijo ayer en la iglesia de Charlottesville.
El estallido de violencia en Virginia ha remecido a todo el país, por lo que cadenas de noticias como CNN no han detenido sus transmisiones después de los actos de violencia del sábado, abriendo el debate sobre acciones de racismo.
De acuerdo con la agencia Ansa, tres asesores de Trump tienen vínculos con extremistas de derecha ligados a los disturbios en Virginia: Steve Bannon, Stephen Miller y Sebastian Gorka.
En la manifestación del sábado se encontraba el ex líder del Ku Klux Klan (KKK), David Duke, quien no ha escatimado en elogios para Trump. "Estamos decididos a recuperar nuestro país. Vamos a cumplir la promesa de Donald Trump. Eso es lo que creemos. Es por eso que votamos por Donald Trump", afirmó el sábado. Después de que la Casa Blanca aclaró las declaraciones de Trump, Duke envió un mensaje a través de Twitter. "Le recomendaría que se echase un buen vistazo en el espejo y recordase que fueron los blancos estadounidenses quienes lo llevaron a la Presidencia, no los izquierdistas radicales", advirtió.
Dos de las víctimas fatales del sábado fueron identificadas como agentes de policía que murieron después de que se estrellara el helicóptero que se dirigía al lugar del incidente en Charlottesville. La tercera víctima es una mujer identificada como Heather Heyer, de 32 año, atropellada intencionalmente por un conductor blanco identificado como James Alex Fields Jr. De 20 años, proveniente de Ohio, fue acusado de asesinato en segundo grado. Fields participaba activamente de reuniones de grupos racistas y admiraba a Adolf Hitler.