Marco Antonio Solís lleva casi una hora en el escenario de la Quinta Vergara y entona "pronto seremos nuestros peores enemigos / si me quedo aquí contigo", con su voz copando en alta resolución cada rincón de la Quinta Vergara. No solo son versos de uno de sus incontables éxitos -A que me quedo contigo-, sino que encarna la sabiduría que tuvo al dejar en vilo por un lustro sus visitas al Festival de Viña, tras dos desembarcos fulminantes y al borde de la histeria masiva en 2005 y 2008, solo comparables a la devoción que desatan sus compatriotas Luis Miguel y Juan Gabriel en el mismo recinto. Sería una exageración calificar como desastre su último paso en 2011 porque una figura de su envergadura difícilmente yerra; sin embargo dejó un sabor amargo sembrando dudas para quien ha encarnado algunos de los momentos más intensos en la historia del certamen. Aquella vez todo fue un pálido reflejo de la intensidad de su número -un espectáculo cansino de bajo rendimiento vocal-, pero anoche el astro mexicano cobró revancha con creces en la noche inaugural del evento viñamarino.

Solís no trabaja con una banda tradicional de música popular sino una orquesta. Solís no despliega solo baladas, sino que cubre distintos flancos musicales. Quiere que la gente baile y también que se sienta arrullada y conmovida en una fibra espiritual trascendente. Solís quiere a las rellenitas, a las flacas, a las mujeres de la tercera edad, y cada declaración con esa voz grave que se contrapone a sus coros agudos y épicos, es tan cursi como cautivadora y finalmente irresistible. En un show suyo las intervenciones son dignas de una mezcla de prédica, teleserie de antaño y galantería de trasnoche.

Y aunque el arranque fue tibio con Sin pensarlo y la siguiente, Cuando te acuerdes de mí, tampoco logró desatar el karaoke que pretendía algo apurado, con la tercera canción fue la vencida. En el coro de Si te pudiera mentir la gente cogió la hebra del viaje que propuso con ritmos de carnaval -Morenita-, el rock subyacente en De mil amores, y luego la batería de clásicos con títulos como Dónde estará mi primavera, Tu cárcel y No hay nada más difícil, entre varias.

El show reivindicó su nombre como también dejó en claro que después de once años de su primera vez en la Quinta, su público no se renueva y envejece. Pero esas mujeres maduras que ya no están para gritar por más de una hora, supieron responder y premiar su esfuerzo celebrando el retorno, ese regreso que necesitaba una larga pausa para extrañarle como merece su singularidad artística.

En su primera jornada -entre 21.47 y 00.45- el certamen promedió 31,6 puntos de rating.