Si un país necesita unidad y alegrías, por estos días, es Venezuela. El domingo, la garrochista Robeilys Peinado le había dado al país su primera medalla en la historia de los mundiales. Pero esa alegría de bronce quedó atrás ayer mismo, cuando Yulimar Rojas se impuso en el salto triple. Eso sí, no está claro que la victoria genere esa unidad y alegría en su tierra.
Tal como cualquiera de los 31 millones de venezolanos, a Rojas se le ubica en una de las dos trincheras en pugna. Es chavista, dicen. Tras ganar la medalla de oro en el Mundial bajo techo de 2016, en Portland, la deportista se mostró feliz en una ceremonia en la que el propio presidente Maduro la condecoró, le dio un auto y un premio en dinero.
Historia similar en los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando tras ganar la presea de plata, detrás de la colombiana Caterine Ibargüen, recibió en el bus de traslado a la Villa Olímpica el llamado de Maduro. "Estoy orgullosa de representar a mi país y ahora muy feliz de escuchar su voz. Gracias presidente, espero verlo pronto en Venezuela", le dijo Rojas a Maduro.
¿Eso la hace chavista? Más allá de que lo sea o no, el régimen ha utilizado su figura como medio de propaganda y se espera que pase lo mismo esta vez. Ya ayer los sitios web de los diarios de oposición llevaban el logro en una pequeña foto y los oficialistas, con pompa y despliegue.
El asunto ya generó divisiones tras lo de Portland. "Es un orgullo", decía Maduro, "No es necesario aclarar si ella es chavista o de oposición", decían los contrarios al régimen.
La atleta tiene 21 años, no había nacido en 1992, época de los primeros intentos de golpe de Hugo Chávez, y tenía tres años y medio cuando asumió el primer gobierno chavista. Ha hecho toda su carrera bajo esos mandatos y sabe que sus concentraciones en España y su técnico cubano y, por tanto, los logros, son también del estado bolivariano.
Sin abanderarse, la medallista pidió que regrese la paz a Venezuela. "Estoy un poco triste con todo lo que está pasando en mi país (...) un país maravilloso. Sé que vamos a acabar con todo eso, acabar con las peleas, con la guerra entre hermanos. Le quiero dar felicidad y orgullo a mi país", señaló Rojas.
Porque ayer Rojas fue venezolana nomás. Con una rival conocida y casi hermana, Ibargüen, quien ya tiene 33 años. La colombiana le había ganado el oro en Río, y llegaba con la mejor marca personal; aunque Rojas tenía el mejor salto del año.
Fueron 14,91 los metros que saltó Rojas después de dar 21 pasos de impulso, dos centímetros más que Ibargüen. Lejos llegó la tercera, la kazaja Olga Rypakova (14,77).
Tras celebrar en la misma pista del Olímpico de Londres, Rojas se encargó de alabar una y otra vez a su rival colombiana, pero de paso mostró sus credenciales también.
"Soy una chica que no se detiene. Este mismo año quiero dejar atrás mi mejor marca personal. Aquí quería lograrlo, lastimosamente no se consiguió, pero el objetivo fundamental era la medalla. Yo sé que puedo llegar hasta ese 15,50. Sé que puedo batir el récord mundial algún día. Es mi sueño máximo", dijo una venezolana feliz.