Los mandatarios europeos empezaron este  miércoles a marcar sus líneas rojas para unas eventuales negociaciones con  Reino Unido sobre su marcha del bloque, en una primera reunión sin el primer  ministro David Cameron en la que subrayaron su unidad.

En su último Consejo Europeo, el jefe de gobierno británico había  solicitado la víspera tiempo para comunicar a sus socios europeos la voluntad de Reino Unido de abandonar el bloque, pero había subrayado que, aunque se  marcharan, querían mantener "una relación económica lo más cercana posible"  dentro del mercado único.

Para ello pidió que la Unión Europea reformara primero "la libertad de circulación" de personas, uno de los temas claves de la campaña del referéndum británico en el que venció la opción de abandonar el bloque.

La respuesta de sus socios este miércoles fue contundente. "No habrá un mercado único a la carta", afirmó el presidente del Consejo Europeo, Donald  Tusk, al término de la reunión informal de los 27 jefes de Estado y de gobierno.

Para los mandatarios, el acceso al mercado interior supone el respeto de sus cuatro libertades, esto es la libre circulación de bienes, servicios,  capitales y personas.

Reino Unido deberá "contribuir financieramente" si quiere seguir  comerciando sin trabas con los otros 27 países de la UE, aseguró por su parte  el presidente francés, François Hollande.

Los 27 reiteraron también que no habrá "ningún tipo de negociación",  mientras Londres no notifique formalmente su intención de marcharse en virtud  del artículo 50 de los tratados europeos, y urgieron a Londres a hacer lo más  rápidamente posible.

Cameron, quien dimitió tras el resultado del referéndum al defender la  opción europeísta, no notificará el Brexit, sino que, a su juicio, esta  responsabilidad corresponde a su sucesor al frente del gobierno y del partido a  partir de septiembre.

El Partido Conservador de Cameron abrió este miércoles el proceso para  sucederlo, con el exalcalde de Londres Boris Johnson como principal favorito,  aunque la mejor posicionada en la operación "Cualquiera, menos Boris",  bautizada por la prensa británica, es la ministra del Interior Theresa May.