Los ministros europeos del Interior comienzan este lunes las negociaciones para modificar el Tratado de Schengen, que instauró la libertad de circulación en Europa, y permitir la vuelta temporal a las fronteras internas en casos excepcionales, como la llegada masiva de inmigrantes.
Francia e Italia impulsaron esta modificación a raíz de la oleada de inmigrantes procedentes del Norte de África en los últimos meses y los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) respaldaron el cambio en junio.
La Comisión Europea presentará una propuesta concreta al respecto en septiembre y en su elaboración tendrá en cuenta la opinión de los ministros europeos de Interior.
Países como España y Polonia, que ahora ocupa la presidencia de turno de la UE, son contrarios a la reintroducción de fronteras y defienden que sólo se tome este tipo de medidas como último recurso y en situaciones absolutamente excepcionales en las que no quede otro remedio.
Las normas actuales de Schengen ya prevén interrupciones momentáneas de la libre circulación, lo que ha provocado una serie de acciones individuales en cadena como las de Francia y Dinamarca.
Dinamarca sorprendió en mayo al anunciar que instauraría controles permanentes en sus fronteras con Alemania y Suecia, aunque posteriormente explicó que la medida se limitaría a controles aduaneros.
En la actualidad forman parte del espacio Schengen todos los países de la UE salvo Reino Unido, Irlanda, Chipre, Rumanía y Bulgaria, aunque se espera que los dos últimos entren próximamente.