Pareciera que Universidad Católica vuelve a encontrarse con el gol. Aparecen de a poco, con dificultades, mediante pelota detenida y no a los pies de sus delanteros. No aparecen en el marcador ni tampoco en la cancha.

A Santiago Silva se le concedió otra oportunidad. Una nueva chance para un Tanque que ya no arranca, cuyas guerras para las que era apto parecieran haber quedado en el pasado, y que para el vertiginoso fútbol actual quedó obsoleto.

Nicolás Castillo observaba el partido desde la tribuna. Su figura debió alzar deseos evidentes en los hinchas cruzados. Y también conclusiones que ya se hacen difíciles de negar: su figura fue la gran artífice del bicampeonato universitario.

Mario Salas no logra hacer de San Carlos de Apoquindo el bastión que debe significar un estadio propio. El gol de Kuscevic mediante un cabezazo a los 20' pareció un accidente, un hecho sacado de otro partido y ciertamente de otra época. Porque Curicó dominó y lo hizo con categoría.

Las opciones más claras para los curicanos nacieron desde los errores defensivos de Universidad Católica. Zozobras que sufrían sin necesidad, casi por torpeza, y que ponían en evidente peligro al arco de Toselli.

Alfredo Ábalos era quien intentaba aprovecharlas de mejor manera. El mejor del partido probaba desde fuera del área y se encontraba con reacciones notables del cancerbero cruzado. Luego habilitaba a Gabriel Vargas, que no tuvo una de sus tardes más afortunadas.

Silva estaba perdido. Su posición en la cancha era un ejemplo de su estadía en Las Condes. Ajeno, desorientado, persiguiendo el balón en mitad del campo, llegando incluso a su propia área. La poca actividad de Buonanotte hacían comprensiva, al menos en cierta medida, esta búsqueda desenfrenada y carente de lógica.

El segundo tiempo siguió la misma lógica, con Curicó siendo protagonista en un recinto que ya no inspira respeto. El mensaje que entrega el cuadro del Comandante es que cualquier equipo, por más humilde que sea, puede llegar e imponer su mejor juego.

Ábalos seguía inquietando a la última línea cruzada, pero sin concretar. El partido, como ha sido la tónica en los últimos encuentros de la UC, se desordenó en las postrimerías. El Tanque se averió y salió lesionado, siendo reemplazado por Vallejos.

Católica no mejoró, aunque encontró tranquilidad. La insistente presión de los sureños desistió por el cansancio y también por la frustración. La tensión, no obstante, seguía presente. Un empate y el desastre inminente se haría realidad.

Pero no sucedió. Buonannote logró hacerse cargo del juego local y alejar el peligro del campo propio. Incluso tendría un travesaño en los minutos finales del partido.

Finalmente la UC logró sumar de a tres. Desprolija, superada, al borde de un desastre. Los puntos le dan tranquilidad a un DT al que se le van terminando los créditos. A quien los delanteros no le responden. Quien no encuentra un once titularísimo.

La hinchada de San Carlos de Apoquindo vuelve a respirar. Así lo hacen también jugadores y cuerpo técnico. Pero cuesta creer que ya hayan vuelto a sonreír.