Sin sufrir, no vale. Así parece ser la premisa de Universidad de Chile en esta parte del campeonato. Los azules, sin brillar, lograron imponerse por la cuenta mínima a San Marcos de Arica, rival que le puso en serios aprietos sobre todo en el primer tiempo.

No fue el mejor partido de la U. Todo lo contrario. Debió ser de las peores presentaciones del equipo de Martín Lasarte. Como si todo lo sucedido en la previa con Gonzalo Espinoza, los terminaría paralizando, al punto de casi regalar 45 minutos ante los nortinos.

San Marcos de Arica le tomó rápido la mano a la U. A diferencia de lo que muchos pensaban, decidió salir a presionar lejos de su área. Aquello dificultó la progresión ofensiva de los azules y de paso les permitía, apenas recuperaban el balón, buscaban las espaldas de los laterales.

La velocidad de Rentería y Harbottle parecía un problema sin solución para la U en ese primer tiempo. Ambos desnudaron graves errores de coordinación en el fondo azul, que extrañó de sobremanera en ese primer tiempo a Osvaldo González.

En esos pasajes daba la impresión que San Marcos le perdonaba la vida al líder. Las aproximaciones hacia el arco de Johnny Herrera se sucedían, pero siempre ocurría algo en la puntada final. Y cuando lograron terminar una jugada, como fue en un remate de Diego Oyarzún, se interpuso una mano de Sebastián Martínez, que el árbitro Cristián Andaur dejó sin sanción. Era penal para los nortinos.

La U parecía en shock. El fiel reflejo de aquello era el uruguayo Guzmán Pereira, que vivió un calvario en ese primer lapso. El charrúa, con una actuación para el olvido, agigantó todavía más la  ausencia de Gonzalo Espinoza.

Errático con el balón, impreciso a la hora de salir a presionar, corriendo siempre a espaldas de los volantes ariqueños, el mediocampista formado en Montevideo Wanderers dejó muchas dudas de cara al futuro, sobre todo tomando en cuenta que la ausencia de Espinoza es prolongada. Y quien más se vio perjudicado con su juego fue Sebastián Martínez, que debía tapar los espacios dejados por Pereira, quien no saldría a jugar el segund tiempo por decisión técnica.

El trámite del partido, a pedir de San Marcos, obligó a Martín Lasarte a mover el banquillo. Y esta vez, a diferencia de partidos anteriores, acertó de pleno. El ingreso de Gustavo Lorenzetti le dio profundidad y circulación de balón a la U, justamente lo que careció en el lapso inicial.

Tan gravitante resultaría el rosarino, que de su pie izquierdo nacería la apertura de la cuenta. Un centro suyo sería conectado de manera perfecta por Patricio Rubio a la entrada del área y dejar sin opción a Pedro Carrizo. Golazo del ariete y desahogo para los veinte mil hinchas en el Nacional, que por varios minutos miraban incrédulos lo que pasaba en la cancha.

La apertura de la cuenta le bajó las defensas al conjunto nortino. El desgaste del primer tiempo lo comenzó a pagar, especialmente sus hombres de ataque. Ni Rentería ni Harbottle encontraban los espacios que dispusieron en el lapso inicial, y la recuperación del balón ya era cada vez más cerca de su arco.

La U, más tranquila con el gol, no quiso arriesgar más de la cuenta. Ni siquiera tras la expulsión del portero Pedro Carrizo, por reclamos desmedidos al árbitro Andaur, modificó el libreto. Incluso, se dio el lujo de desperdiciar un lanzamiento penal. Gustavo Canales, el ejecutante, falló de manera rotunda cuand se la quiso picar a Gastón Monzón. El ariete cerraría una noche oscura al fallar un gol a puerta vacía, cuando todos en el estadio ya festejaban. A esa altura, en todo caso, lo único que importaba eran los tres puntos, para llegar al superclásico con cinco puntos de diferencia. La meta estaba cumplida .