Las tabletas o smartphones se han convertido en un juguete más para los niños de hoy. Pero su uso inadecuado tendría una importante desventaja: reduce el contacto que ese niño tiene con otras personas y, con ello, su comunicación oral, que según un nuevo estudio sería crucial en la forma en que el cerebro humano suma nuevas palabras y aprende el lenguaje.
Expertos de la Universidad de Barcelona, en España, y el King College de Londres estudiaron el cerebro de 27 personas que tuvieron que escuchar repetidamente una serie de palabras desconocidas para ellos y sin significado real. Entre cada palabra dejaban una pausa para que el cerebro las memorizara.
Al realizar los escáneres, los expertos descubrieron que la capacidad de recordar las nuevas palabras e incorporarlas al léxico se relaciona con una estructura cerebral llamada fascículo arqueado, zona que une dos regiones que se vinculan con la decodificación auditiva del lenguaje y la coordinación de los movimientos del habla y el procesamiento del lenguaje. Además, descubrieron que quienes tenían más mielina, recordaban más (ver recuadro).
Eso significa que para aprender nuevas palabras se requiere escucharlas.
Marco Catani, del Instituto de Siquiatría del King`s College de Londres y coautor del estudio, dice que tras los resultados de la investigación se vuelve preocupante que cada vez más niños se comuniquen por internet, smartphones y tabletas, ya que estos dispositivos entregan estímulos visuales y no auditivos, por lo que es probable que el resultado final sea una generación que domine un número menor de palabras promedio que las generaciones anteriores. Como dato, agrega que un adulto conoce unas 30 mil palabras promedio actualmente. "Esta investigación refuerza la necesidad que tenemos de mantener la tradición oral de hablar con nuestros hijos", resalta Catani.
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Ruth de Diego Balaguer, sicóloga de la U. de Barcelona y autora del estudio, dice a La Tercera que si bien su estudio no indagó en el uso de dispositivos electrónicos, éstos fomentan la utilización de otros circuitos cerebrales, encargados del reconocimiento visual de las palabras. Eso significa que cuando un niño usa un aparato electrónico, debe transformar el código visual al auditivo para usar la vía directa audio-motora, que es la más óptima para el aprendizaje, dice.
"Desde luego, la mejor manera de afrontar la incorporación de estas tecnologías es que se conviertan en un potenciador que no supla la tradición oral, sino que la complementen", agrega.
Diana López Barroso, de la U. de Barcelona y también autora del estudio, comparte la mirada. Dice que al estar los niños más expuestos a dispositivos electrónicos, se dejan de escuchar nuevas palabras. "Y un niño que está aprendiendo una lengua necesita escuchar cómo se pronuncia para que se pueda almacenar bien en su cerebro", indica.