Siberia, tierra de exiliados políticos y de osos de todas las especies, es también la región que en los últimos años entregó dos de los más grandes violinistas de Rusia: Maxim Vengerov y Vadim Repin. Nacidos con apenas tres años de diferencia en Novosibirsk, la capital siberiana, Vengerov y Repin mantienen arriba el estandarte de la escuela rusa del violín que históricamente brilló con nombres como Jascha Heifetz, David Oistrakh y Nathan Milstein.

Vengerov ya visitó el país en el 2015 cuando actuó en el Teatro del Lago; ahora es el turno de Vadim Repin, quien se presentará el próximo 28 de junio en el CA660 de la Fundación CorpArtes. Nacido en 1971 y educado por el exigente maestro Zakhar Bron, Vadim Repin demostró un aplomo fuera de lo común desde pequeño y cuando participó a los 17 años en el Concurso Internacional de Música Reina Isabel de Bélgica, se transformó en el más joven violinista en ganar la competencia líder del violín.

Fue en aquella época cuando Repin conoció al gran violinista y director de orquesta norteamericano Yehudi Menuhin, una de las cumbres del instrumento en el siglo XX. Aún resuenan en su mente las palabras de aquel: "Es el violinista más perfecto que he escuchado en mi vida" .

"Yehudi Menuhin fue una de las grandes personalidades musicales del siglo y tuvo mucho impacto en mí, sobre todo desde el punto de vista humano. Era una persona maravillosa. Tuve la oportunidad de tocar con él, de viajar con él y creo que fue muy generoso cuando dijo eso", cuenta Repin a través de su celular, en el descanso de un concierto en Voronezh (Rusia).

Con una discografía ingente en sellos como Deutsche Grammophon y Warner y la experiencia de haber tocado con la Filarmónica de Berlín y de Viena, así como ser dirigido por Pierre Boulez o Simon Rattle, entre otros, Repin llega a Chile con uno de sus caballos de batalla, el Concierto para violín en Re mayor del finés Jean Sibelius (1865-1957). Lo grabó hace 20 años con la Sinfónica de Londres y lo repetirá en CA660.

"Es una obra maestra absoluta, uno de los grandes conciertos para el instrumento. Es muy cercano al público, pues hay mucha pasión en sus notas. Está bellamente estructurado y las partes orquestales son muy sólidas, casi como si se tratara de una sinfonía", dice. Luego detalla: "Una característica que lo define es el conflicto que se produce en los cruces de violín y orquesta, donde hay continuas mezclas de sonido, con una tensión única entre el solista y los instrumentos".

En Chile, Repin tocará en un violín Stradivarius, junto a la Orquesta Sinfónica de Estambul dirigida por el austríaco Milan Turkovic. "Hasta hace un año tocaba en un violín Guarnerius, el modelo Bonjour de 1743, pero lo cambié. Toco en un Stradivarius Rodé de 1733; es mi favorito. Podría decir que es el sonido de mis sueños, absolutamente brillante. Cada violín, dependiendo del maestro que lo haya creado, tiene un sonido particular. De todos los que he tocado, el Stradivarius es el mejor", cuenta Repin.