Jamás soñó con ser modelo, a pesar que de pequeña su figura y belleza llamaban la atención. De niña fue tímida y durante el colegio nunca hojeó una revista de modas. Tampoco sabía de diseñadores y menos lo que era una pasarela. Llegó al mundo del modelaje por casualidad, para pagar sus estudios.
Eso, hasta que un viaje a Europa cambió su vida. Tenía diecinueve años y comenzaba su carrera como la modelo argentina más famosa de todos los tiempos.
De eso han pasado veinte años y Valeria Mazza ya viene de vuelta. Casada con el empresario Alejandro Gravier, es madre de cuatro hijos: Balthazar (11), Tiziano (8), Benicio (5) y la pequeña Taína, de 2. Hoy está al borde de los cuarenta (38) y quiere comenzar una nueva etapa en su carrera. Esta vez, sin interrupciones y con infinitas ambiciones. "Desde que decidí casarme y tener mi familia mi vida comenzó a cambiar. No fue drásticamente, pero el ritmo acelerado de viajes y trabajo quedó atrás. Había períodos en que trabajaba mucho, pero después desaparecía porque quedaba embarazada. Hoy decidí no tener más hijos y empezar una fase que depende sólo de mí y de los lugares dentro del mundo de la moda que quiero explorar. Estoy empezando una nueva etapa en mi vida", asegura.
Valeria es igual a como sale en las fotos. Claro que en persona es mucho más rubia y no tan extremadamente delgada como cualquiera pudiera imaginar. Tiene una mirada intensa y una sonrisa espontánea y fuerte que no duda en utilizar cuando algo la entretiene. Al hablar mira a los ojos, y le gusta que la escuchen y dejen terminar cuando es ella quien habla. Hace doce años que es rostro de Falabella y antes de comentar su segundo proyecto para esta marca, que lanzó hace tres días en Santiago, aclara que ella no es quien diseña la colección que lleva su nombre: "Mi trabajo es inspirar. Elegir prendas que me gustan, que me atraen y que quiero ver colgadas en las tiendas". Entre risas, responde afirmativamente cuando le preguntan si en su vida diaria usa la ropa que ella inspira y venden en multitiendas. Asegura que su trabajo comienza con elegir prendas que ella misma usaría, y que, por lo mismo, usa todo lo que elige.
"LA MODA ES UN SERVICIO"
¿Cómo se inspira?: "Siempre tengo en cuenta las colecciones y las tendencias internacionales. Miro lo que viene, lo que se usa, me gusta trabajar con mucha información. Principalmente, me interesa pensar e inspirarme en la mujer a la que está dirigida esta ropa: una activa, urbana, llena de energía, que le gusta y disfruta de la moda. La moda vende fantasía y las mujeres no tenemos que sufrir con eso: hay que disfrutar esa fantasía".
-¿Piensas en algún tipo especial de mujer al momento de inspirar tu colección?
-En nadie. Me gusta crear a partir de las demandas de las mujeres. Cuando estoy pensando cómo me gustaría que se vistieran otras mujeres, imagino prendas que sean prácticas de combinar y de usar. Busco a partir de pocas prendas armar muchas propuestas para que sea una colección muy usable.
Las ideas principales de cada colección salen siempre de ella. A la hora de trabajar se reconoce obsesiva y exigente, aunque advierte que no es complicada: "Tengo claro lo que me gusta y cuando algo está listo, lo está", asegura. Pero su trabajo no sólo se limita a crear líneas de ropa. En 2008 escribió el libro ¿Qué me Pongo?, y desde hace un tiempo colabora en la revista Viva, del diario Clarín. "Siempre he trabajado para la moda. Es mi mundo, me siento cómoda y es donde quiero estar", asegura.
-¿Tú misma eliges los temas de los cuales escribes?
-Todo nace conmigo. Los temas los elijo y los escribo. Por supuesto que muchas veces alguien me ayuda con la edición, pero la idea y estructura es decisión mía. Cada uno de estos trabajos está relacionado con lo que observo de la moda y con lo que aporta. Por ejemplo, hago temas de belleza, de accesorios, abordo la historia de determinadas prendas, etc.
-En la actualidad estás con un programa de televisión, escribiendo columnas y libros, además inspirando colecciones de ropa. ¿Qué es lo que te motiva?
-Me interesa hacer un trabajo útil para la mujer. La moda es un servicio. Yo creo que la mujer tiene que usar la moda para verse y sentirse bien.
-¿Eres autocrítica con tus proyectos?
-Soy muy autocrítica con mi trabajo, claro que es difícil criticarme porque lo hago todo tan bien (suelta una gran risa). Mi crítica fundamental es hacia mi ritmo acelerado. Me gusta ir tachando los temas que voy terminando. A veces me gusta finalizarlos todos y tengo que bajar el ritmo.
Glamour, Elle, Woman, Sport Illustrated y Cosmopolitan fueron algunas de los cientos de revistas que llevaron a Valeria Mazza en su portada. Gilles Bensimon, Patrick Demarchelier y Steven Meisel, algunos de los fotógrafos que la retrataron una y otra vez. Si bien tenía rasgos finos, pelo largo y rubio y 1,78 de estatura que la hacían competir contra cualquier modelo europea, Valeria dice que poseía algo más que la hacía destacar entre el resto: "Siento que llegué lejos gracias a mi tenacidad y responsabilidad. Comencé muy joven y a esa edad es difícil tener el sentido de la responsabilidad, pero siempre estaba dispuesta al trabajo".
Pero esta ascendente carrera en las pasarelas mundiales no comenzó en Nueva York, Londres o en Milán. Valeria Mazza nació en Rosario el año 1972. Sus primeros pasos estuvieron muy lejos de los desfiles, los dio entre las calles de Paraná, un pueblito pequeño de la provincia argentina de Entre Ríos. Su niñez y adolescencia fueron en el corazón de una familia sencilla, pero muy cercana. "Tuve una vida sana. Agradezco a mi familia la niñez que me dio", dice Valeria.
Su trabajo como modelo comenzó durante su adolescencia debido a que su hermana dos años mayor también lo hacía. Tenía 14 años cuando hizo sus primeras fotos. Al principio, Valeria lo tomó como algo esporádico y muy divertido que le permitía generar dinero. Si bien se lo habían ofrecido, quiso terminar el colegio antes de trasladarse a vivir a Buenos Aires y tomar cualquier decisión. Tenía 17 años. "En ese momento para mí no era una profesión y menos pretendía dedicar mi vida a ello. Yo quería ser profesora o estudiar terapia ocupacional", recuerda. Una vez en la capital su vida cambió. "Me di cuenta de que se lograba vivir de esto y mantenerme porque mi familia no lo podía hacer". En las mañanas estudiaba terapia ocupacional y en las tarde trabajaba. Al terminar su carrera aceptó la propuesta de viajar a Europa. A los 20 ya triunfaba en el Viejo Continente de la mano de Gianni Versace, el gran impulsor de su carrera.
-¿Si volvieras el tiempo atrás harías todo igual?
-Absolutamente. Claro que las cosas que me angustiaban en ese momento ya no me aproblemarían. Tuve que tomar importantes determinaciones y me angustié. Hoy lo haría, pero sin sufrir tanto porque ya conozco el resultado (risas).
-¿Alguna vez quisiste abandonar todo?
-Nunca, pero después de tener mi primer hijo hubo un replanteo en mi vida. Necesite ayuda de un terapeuta. Para mí fue muy fuerte ser madre.
-Para muchos la etapa de los 90, de las supermodelos, murió. ¿Qué piensas de esto?
-Fue una gran época donde nacieron y crecieron las supermodelos. Creo que un motivo importante de esta situación es que hoy el recambio es mucho más rápido, tanto que uno no llega a conocer las actuales modelos. Quedan algunos nombres en el camino, pero no tantos como antes.
-Has dado una gran lucha contra la anorexia juvenil. ¿Por qué? ¿te tocó verlo mucho cuando eras modelo?
-Para todos es claro que una modelo tiene que ser alta y flaca, pero hay un límite, y ese es la salud. Si bien la moda exige requerimiento de belleza, hay excesos o una determinada imagen que no debería aparecer ni fomentarse. Sobre todo porque las modelos muchas veces son un reflejo a imitar para las adolescentes.
-Supongo que eres muy vanidosa.
-Vanidosa como cualquier mujer.
-¿En qué se manifiesta?
-Si no te diste cuenta, no te lo voy a decir (muchas risas). Uno no tiene que hablar de sus defectos, si no se dan cuenta es porque los escondo muy bien (comenta con picardía).
El día a día de Valeria comienza antes de las siete de la mañana. Sagradamente toma desayuno junto a sus hijos y después comienza el trabajo: grabaciones, entrevistas, revisar diseños, y reuniones. Cumple con todo, siempre y cuando no tenga nada que hacer en el colegio. "Me gusta estar presente en todas las actividades de mis hijos. Cuando llego ahí, dejo de ser Valeria Mazza y paso a ser la mamá".
Asegura que organiza su hogar como lo hace cualquier dueña de casa. "Tengo ayuda, pero soy yo quien tiene que tomar todas las decisiones. Hago la lista del supermercado, reviso el uniforme de mis hijos, les compro las cosas que necesitan para el colegio y muchas veces cocino".
-¿Y en la cocina, qué te gusta hacer?
-Las pastas, me encantan. La verdad es que preparo cosas muy sencillas pero a mis hijos los tengo engañadísimos. Hago cosas simples, pero les pongo nombre: 'Hoy comeremos la pasta Valeria', y ellos creen que están comiendo un manjar y, a veces, es algo tan simple como arroz con huevo.
-¿Qué piensan ellos de tener una mamá famosa?
-Ellos no tienen una mamá famosa, tienen una mamá. Cuando son pequeños llega un momento en que se dan cuenta de que su mamá es conocida, que sale en comerciales, en carteles, pero he tratado de que lo vean como algo normal.
-¿Tendrías problema en que tu hija sea modelo?
-Ninguno. Ni con mi hija, ni con uno de mis hijos. Quiero que sean felices y encuentren un trabajo que los llene. No tengo ningún prejuicio con lo que quieran hacer. Sólo les pido que lo que hagan sea con pasión y con respeto: a lo que hacen, con ellos y hacia la gente que los rodea.
-¿Tu marido, Alejandro Gravier, te ayuda en las labores domésticas?
-Muchísimo. El está muy integrado en las labores de casa. La clave es dividirnos: hay cosas que manejo yo y otras él.
-¿Cómo te mantuviste lejos de los escándalos?
-Tiene que ver con que hace veinte años estoy con la misma persona. Aunque también se relaciona con mi personalidad. Siempre he pensado que lo importante es mi trabajo, lo que hago, y quería destacar con eso y no por escándalos.
-¿Receta para estar 20 años con el mismo hombre?
-Paciencia (risas). No creo que haya una receta, porque si no ya todos la tendrían. Creo que tiene que ver con objetivos mutuos. Por supuesto que el amor es importante, pero también en una relación hay que tener decisión y ser coherente con la elección que uno hizo.
-Hoy estás con mucha energía y proyectos, ¿pero piensas en cómo serán tus últimos años?
-Hoy y mañana mi mundo será mi casa. Quiero pasar mis últimos años en Buenos Aires jugando con mis nietos. También pienso en la muerte, pero no le tengo miedo.
-¿Crees en Dios?
-Sí, cada vez que miro a mis hijos. Después de ser madre necesité reforzar mi relación con Él; es una responsabilidad tan grande que necesito compartirla. Saber y creer que hay alguien que me ayuda a protegerlos.