En Vallegrande, el poblado boliviano donde hace 50 años fue exhibido el cuerpo de Ernesto Che Guevara como máxima demostración de la derrota de su guerrilla, hecho que, sin embargo, elevó el mito sobre su figura, cada quien tiene su historia sobre el revolucionario cubano-argentino. Una campesina de la zona, Cresinda Zárate, muestra orgullosa "el cinturón del Che", mientras que una comerciante cuenta que ella tiene su pipa. Otras personas ofrecen observar fotografías y periódicos de la época y también hay quienes coleccionan utensilios encontrados en el monte que supuestamente pertenecieron a los guerrilleros. En el museo local, sin embargo, no hay ningún artículo original de la época del Che en Bolivia.
Gonzalo Sandoval, que oficia de taxista y guía, confiesa que trabajó como el doble de Mario Terán, el soldado que mató al Che en La Higuera el 8 de octubre de 1967, en el filme Di Buen Día a Papá (2005), que narra la historia de una familia vallegrandina durante los 30 años transcurridos entre la guerrilla del Che y la exhumación de sus restos en Vallegrande, en 1997. Su madre, Aida Rivero, fue una de las cientos de personas que el 10 de octubre del 67 acudió al Hospital Nuestro Señor de Malta para ver al Che.
"Todo el pueblo estuvo ese día en la lavandería del hospital. Lo miré y estaba con los ojos abiertos. Cuando lo quise ver de nuevo, ya no estaba", cuenta Rivero, que en esa época tenía 23 años.
La mujer apunta a cómo el Ejército boliviano hizo desaparecer el cuerpo de Guevara. En medio de la noche, los soldados bolivianos intentaron quemar el cadáver, pero les fue imposible, por lo que luego optaron por lanzarlo a una fosa común en los alrededores del aeródromo de Vallegrande, a cinco horas por tierra desde Santa Cruz.
Recién 30 años después, el cuerpo del Che fue encontrado. "Yo estaba ese día ahí, cuando los forenses sacaron sus restos. Su cabeza estaba cubierta por una chamarra. Un forense tocó con sus dedos la parte de las cejas y le hizo un gesto afirmativo a una de sus colegas, confirmando que se trataba del Che. Fue emocionante. Pero luego se llevaron los restos a Cuba y no se dijo más", acota Sandoval.
Peregrinación
El lugar donde fue encontrado Guevara es ahora un cuidado mausoleo y centro cultural, rodeado de árboles que han plantado sus familiares y cercanos. Fue inaugurado por Evo Morales en octubre de 2016 y ahora se prepara para recibir a cientos de personas que esperan conmemorar mañana y el lunes los 50 años de la muerte del Che.
El destino de Guevara quedó ligado a Bolivia porque ahí vivió sus últimos días, tras una agitada existencia que lo llevó a recorrer América Latina en su juventud, a conocer a Fidel Castro en México en los años 50, para luego transformarse en una figura clave de la Revolución Cubana. Posteriormente viajó al Congo y finalmente a Bolivia. Con miles de detractores y admiradores por su ideología de izquierda y su convencimiento de la lucha armada, la figura de Guevara ha tomado un nuevo vuelo en Bolivia, ya que Evo Morales es uno de sus mayores admiradores.
Por eso será el mandatario quien lidere cinco días de actos oficiales, que comenzarán con un concierto de León Gieco mañana en Vallegrande, seguido por una suerte de peregrinación guevarista. Este poblado, a más de 700 kilómetros de La Paz, espera hasta 20 mil personas, el doble de su población, por lo que se han armado miles de carpas. El propio Evo dijo que acampará.
A los actos asistirán cuatro hijos del Che y el Vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, eventual sucesor de Raúl Castro. En la otra vereda, en Santa Cruz, el general (R) Gary Prado, captor del Che, liderará un homenaje y un monumento a los soldados caídos en los combates contra la guerrilla. Durante toda la semana, los ex uniformados han insistido en que no rendirán tributo al Che, evidencia de las fracturas aún latentes en el país.
Otra visión tiene Osvaldo "Chato" Peredo, quien perdió a dos de sus hermanos en la guerrilla y que en 1970 intentó continuar la lucha armada del Che en el norte de La Paz, en la que participaron varios chilenos. "Para los revolucionarios no existen las fronteras. La guerrilla no es un objetivo, no es un fin, nosotros luchamos en la guerrilla para conseguir lo que ahora hemos logrado: un Presidente indio en Bolivia".
Pese a la veneración de muchos bolivianos y latinoamericanos por la figura del Che, ni en Vallegrande ni en La Higuera hay una explotación comercial a gran escala del icono. De hecho, en Vallegrande no hay tiendas de libros, ni poleras ni chapitas. Eso sí, en el nuevo centro cultural está reservado un espacio para una futura tienda.
El periodista boliviano Juan Carlos Salazar, que cubrió la guerrilla del Che y que acaba de publicar el libro La guerrilla que contamos sostiene que hay muchas interrogantes pendientes. "¿Quién delató la presencia del Che en Bolivia? ¿Quién ordenó su ejecución? ¿Cuál fue el papel de Cuba y cuál el de la Unión Soviética?", plantea.