Año 1962. Mientras en Nueva York la banda The Four Seasons graba su primer longplay e  instala la canción Sherry en el número uno, en California Clint Eastwood protagoniza  la serie Rawhide, sobre un grupo de vaqueros en Missouri. La década de los 60 será la más gloriosa en la carrera de The Four Seasons y la que iniciará a Eastwood en el cine. Medio siglo después, el grupo ítaloamericano es historia y el actor es una leyenda. Ambos serán los artífices de una película, con  Eastwood como director y The Four Seasons en calidad de sujeto dramático.

La cinta Jersey Boys, que se estrenó la semana pasada en Estados Unidos y se exhibirá desde la próxima en Chile, es la historia de esta banda formada por cuatro muchachos de origen italiano en 1960. Basada en el musical homónimo de Bob Gaudio y Marshall Brickman, Jersey Boys es la primera obra de Eastwood en tres años, que antes llegó a las pantallas locales con J. Edgar, acerca del fundador del FBI. De cierta manera es una película accidental, pues Eastwood tomó el proyecto cuando su interés por hacer un remake del clásico  Nace una estrella (1954) con Beyoncé se descarriló debido a problemas de agenda de la cantante. Por otro lado, el concepto de barrio como microclima y caldera de emociones ya estaba presente en Río místico (los suburbios irlandeses de Boston) y Gran Torino (las barriadas multirraciales de Detroit).

Sin embargo, hay un factor extra y absolutamente coherente detrás de Jersey Boys: Eastwood es un hombre que se siente en casa con la música de la misma manera que en el western, en la alcaldía de Carmel o en el Partido Republicano. Ha participado en la banda sonora en seis de sus últimas cintas, cantó el tema principal de Los puentes de Madison y, se sabe, es un consumado conocedor y amante del jazz. Mientras rodaba Bird, su película sobre la triste vida del saxofonista Charlie Parker, acostumbraba a decir aquello de que "el jazz es junto al western el único arte verdaderamente estadounidense".

A esta categorización también habría que agregar el género musical, llevado a puntos culminantes por Broadway. Fue en tal escena donde Eastwood vio Jersey Boys, la pieza ganadora de cuatro premios Tony que ahora llevó a la pantalla grande evitando los actores conocidos, a excepción de Christopher Walken como el padrino local Gyp DeCarlo. De lo que se trataba era de reclutar a los mismos desconocidos que habían estado en la pieza de Broadway y de no desviar la atención del espectador con caras conocidas. "Qué mejor actor podía encontrar que un tipo que ya tiene 1.200 presentaciones de esta pieza en el cuerpo", afirmó Eastwood a Variety refiriéndose a John Lloyd Young , el hombre que hace de Frankie Valli en la cinta y que también estuvo en el teatro. Las otras piezas angulares son Vincent Piazza, como Tommy deVito, el guitarrista del grupo; Erich Bergen, en el rol del tecladista y dotado compositor Bob Gaudio, y Michael Lomenda, como el bajista Nick Massi.

A diferencia del musical,  la cinta se hace cargo de los líos de juventud pobre en Nueva Jersey y de los desarreglos familiares de la madurez. Una de las primeras escenas es reveladora: Frankie Valli, que con el tiempo sería el más famoso del grupo, tiene 18 años y está en una barbería cortándole el pelo al mafioso Angelo Gyp DeCarlo, uno de los hombres fuertes de la familia Genovese. Con el tiempo se sabrá que Genovese, gran usurero de New Jersey, será uno de los pilares de la carrera de la banda y que además mantiene fuertes lazos con Frank Sinatra.

La película fue estrenada con críticas moderadamente positivas, casi todas haciéndose cargo de la acertada descripción de época y del buen instinto del realizador para el espectáculo. La historia, a modo de rompecabezas, es contada desde  cuatro puntos de vista diferentes de los miembros de la banda. Todos rompen con la ilusión cinematográfica de la cuarta pared y simplemente miran a la cámara, en el mismo estilo de Henry Hill (Ray Liotta) en Buenos muchachos  y de Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) en El lobo de Wall Street.

Pero a diferencia de los personajes autodestructivos de Scorsese, Frankie Valli y sus amigos logran a la larga respirar sobre la línea de flotación y hacerse cargo del sueño americano. La banda de The Four Seasons, que en los años 60 llegó a ser tan popular como The Beatles en EE.UU., fue un ejemplo evidente del camino que va de la rutina a la fama.