En Rusia (y en el mundo) no se habla del opaco nivel de Portugal, último campeón de la Eurocopa; se toca muy poco el imponente partido de Arturo Vidal ante Camerún; simplemente se desprecia el competitivo duelo que le planteó Australia a Alemania. En Rusia, en plena Copa Confederaciones, de fútbol como tal no se habla tanto. Lo que acapara todos los diálogos es el uso de VAR en tres de los cuatro partidos disputados hasta la fecha.

"Estoy muy feliz hasta ahora con el VAR (Video Assist Referee). Hemos visto cómo la asistencia del video ha ayudado a los árbitros a tomar decisiones correctas. De eso se trata", señaló ayer Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Más bien, la máxima autoridad del fútbol mundial se defendió así de los ataques que ha recibido la medida.

"Las pruebas durante la Copa Confederaciones también nos han ayudado a afinar el proceso y las comunicaciones. Lo que los hinchas estaban esperando hace tanto tiempo, por fin está sucediendo. Es un torneo simbólico", agregó el suizo. De acuerdo al entusiasmo que demuestra Infantino, el experimento de la Copa llegó para quedarse en el fútbol.

La selección chilena no se quedó al margen de la discusión. Ya en la zona mixta del triunfo contra Camerún, Jean Beausejour manifestó que "sólo faltaba el show de medio tiempo y agregar dos cuartos para que esto se vuelva fútbol americano".

Ayer, en la mañana moscovita, fue Marcelo Díaz quien se unió a las quejas por el uso de las tecnología para cambiar las decisiones de un árbitro. "Este sistema le quita un poco la esencia al fútbol. Se ve raro, muy extraño. No puedes celebrar un gol tranquilamente, porque tienes que esperar una repetición o a que el árbitro te confirme", apuntó el jugador aduana de la Roja. Y fue más allá, pues afirmó que el domingo "en el gol de Eduardo (Vargas), creo que está habilitado, y en el segundo, Alexis está offside. Entonces, dejó mucho que desear, ojalá se pueda mejorar".

El sistema se ha vuelto el principal enemigo de los relatores de fútbol. Goles que son, no son. Goles que no son, finalmente sí valen. Un conflicto existencial permanente para las gargantas que transmiten la emoción de esta disciplina. Las principales voces de radios acreditadas en la Copa están de muerte con la medida. Algunos hasta la definen como el "coitus interruptus" del balompié.

Hace rato se viene escuchando sobre la puesta en marcha de este proyecto de la FIFA. De hecho, la Copa Confederaciones de Rusia no es la primera vez que se utiliza una modalidad de ayuda tecnológica para los árbitros (se aplicó también en el último Mundial de Clubes). Ahora, el VAR alcanza su fama mundial ahora.

¿Cómo trabaja el sistema? Un conjunto de cámaras de alta definición envían distintas imágenes a una sala apartada de la cancha, donde tres asistentes (que podrían denominarse quinto, sexto y séptimo árbitros) las están revisando. Están comunicados con el juez principal y pueden avisarle de un eventual error en caso de que lo descubran. A su vez, el pito está facultado para solicitar la asistencia de las cámaras.

Eso sí, la intervención sólo se puede dar en cuatro jugadas específicas: goles, penales, tarjetas rojas y confusión de identidad de jugadores para una amonestación. El proceso, en tanto, es el siguiente: se detecta la jugada dudosa, luego se revisa (por petición del árbitro o los asistentes de video) por distintos ángulos de cámara; después se toma una decisión, que debe ser unánime e indesmentible. De hecho, el principal puede poner en duda a sus asistentes y solicitar ver él mismo la imagen en una pantalla. Se supone que todo esto no puede durar más de dos minutos.

Dos minutos que parecen eternos, según los grandes detractores del VAR. Dos minutos para hacer justicia, responden sus defensores. ¿Y el juego? Todavía no calienta tanto el ambiente como para ganarle el gallito a la tecnología.