Hace 50 años, Mario Vargas Llosa tuvo su primer estreno. Fue en la ciudad de Piura, en el Teatro Variedades, donde se montó la obra La huida del Inca. El tenía 18 años y sospechaba que su destino podía ir por las tablas. "El teatro fue mi primer amor", ha declarado en más de una oportunidad. A contrapelo de su poderosa obra narrativa, el Nobel peruano ha desarrollado una dramaturgia que incluso lo llevó a actuar: en 2007 estuvo en Chile presentado la pieza La verdad de las mentiras, que lo tiene en escena. Ahora, Vargas Llosa está de nuevo en el teatro.

El sábado pasado, en el Hay Festival en  Segovia, España, el escritor anunció, en un concurrido diálogo con José Armas Marcelo, que está trabajando en la adaptación teatral de El Decamerón, el clásico volumen de relatos de Giovanni Boccaccio. Vargas Llosa hizo el anuncio en una disgresión: hoy el tema literario que lo tiene dando entrevistas y conferencias se llama El héroe discreto, la novela que acaba de lanzar.

Publicada a inicios de septiembre en todo Hispanoamérica, la novela hasta ahora es sólo éxito: muy bien tratada por la crítica, además figura entre los libros más vendidos de España, México, Colombia, Argentina y Chile. Ambientada entre Lima y Piura, sigue la ruta de dos hombres de negocios que el boom económico peruano actual se enfrentan a amenazas y traiciones. Felícito Yanaqué e Ismael Carrera, los protagonistas, intentan imponer resistencia ante las injusticias.

Según Vargas Llosa, El héroe discreto es su novela "más optimista" y en ella pretendió "describir, mostrar el heroísmo de los seres anónimos, que es la reserva moral de una sociedad, hombres o mujeres que tratan de ser consecuentes con unos valores".

OTRAS VIDAS

Pero el escritor, trabajólico y riguroso, ya dio vuelta la página: ahora está con El Decamerón, idea que ya tenía poco después de ganar el Nobel. "Sobre todo, (la obra está inspirada) en la situación que inventó Boccaccio para dar unidad a los cuentos: estalla una peste en una ciudad y un grupo se refugia en una casa a contar cuentos. Escapa de una realidad atroz volando a la literatura", le dijo a La Tercera.

No es la primera vez que el escritor recurre a un clásico. Antes, Vargas Llosa ha llevado a las tablas Odiseo y Penélope (2006), basada en la Odisea, de Homero, y en 2009 estrenó una versión de Las mil y una noches, en la que él mismo interpretó el papel de Sahrigar, el rey que escucha los relatos de Sherezade. Esta nueva obra podría traerlo de vuelta al escenario, pero todavía no lo ha confirmado.

Volumen de cien historias, terminado en 1353 por Bocca-ccio, El Decamerón tiene un marco narrativo que cautiva a Vargas Llosa: escapando de una epidemia de peste negra en Florencia, en el siglo XIV, un grupo de jóvenes se aísla del mundo y subsiste, entre otras maneras, contando cuentos. "Por eso hay literatura, para hacernos vivir aquello que no podemos en la vida real", dijo el escritor en Segovia.

Y siguió: "La literatura nos permite vivir otras vidas, salir de una cosa reducida, mediocre e identificarnos con destinos extraordinarios, que rompen la normalidad, que nos hacen vivir pasiones incandescentes, que nos convierten en seres aventureros, que nos hacen vivir la grandeza, el heroísmo, la maldad a veces…".

Antes, Vargas Llosa ya ha destacado el poder de la literatura. Lo hizo en su discurso de aceptación del Nobel. Lo hizo en La verdad de las mentiras, la obra teatral que montó en Chile es un elogio a la lectura a través de cuentos de Faulkner, Borges y Rulfo, entre otros. Es posible que tras la reescritura de El Decamerón, Vargas Llosa ya tenga un nuevo proyecto:  consultado en Segovia si escribiría una segunda parte de sus memorias Pez en el agua, no lo descartó. Hasta precisó el tema: su llegada a París y los años en que Europa redescubrió culturalmente a Latinoamérica y sus escritores.