"No tenemos seguridad en las casas. Algunos se han metido a robar, otros son muy violentos. Se suben a los techos, saltan, apedrean. Tenemos que estar llamando a Carabineros constantemente", contó Daniela Allende, una de las vecinas de la residencia Alihuén, de Coanil, en Buin.

Tras conocerse ayer la información del cierre del hogar, decretado por el Sename para un plazo de 30 días, el hermetismo se apoderó de sus trabajadores y de los familiares de los 16 internos (seis de ellos menores) que habitan en el recinto.

"Estoy contenta porque se cierre definitivamente el hogar. Pero encuentro injusto lo que pasó con el director anterior. Nosotros como vecinos notamos que cuando llegó él había más orden y los chicos estaban más controlados y tranquilos", complementó.

Para quienes viven en el sector, la culpa era de las cuidadoras, quienes, acusan, no se preocupaban de los internos. "La gente que contratan no es la más competente para hacerse cargo de esos niños", indicó otro de los habitantes de las viviendas colindantes.

Otra vecina del sector, que no quiso dar su nombre, señaló que hoy los pobladores de las casas aledañas al hogar tienen una reunión con el administrador provisorio para informarle de los hechos denunciados. Ayer, durante la mañana, acudió un equipo financiero del Sename para revisar la situación contable del hogar.

Además, también se hizo presente un equipo multidisciplinario compuesto por un psicólogo, asistente social y terapeuta, para ver el estado en que estaban los internos tras las contenciones.