Veinte años de Sueños de Fuga: de fracaso a cinta de culto
La película sobre la amistad de dos presos naufragó en la taquilla en 1994, pero con el tiempo logró un prestigio envidiable. Exito en VHS, DVD y televisión, suele estar entre los filmes más votados de los 90.
En agosto de 1982, y buscando una digna salida a su bien ganada fama de infalible autor de horror, Stephen King publicó un libro de novelas cortas llamado Las cuatro estaciones. Cada narración tenía que ver con una estación del año, no había terror clásico en ellas y dos originaron películas que con el tiempo serían clásicos de sus respectivas décadas. Una fue Cuenta conmigo, éxito instantáneo de 1986 con Joaquin Phoenix y Kiefer Sutherland. La otra, Sueños de fuga, fracasó estrepitosamente en taquilla en 1994.
A 20 años del estreno de aquella cinta en el Festival de Toronto hay escasas huellas del mal trago que resultó para su director Frank Darabont. Por el contrario, Sueños de fuga se erige como un curioso caso de éxito a largo plazo. Protagonizada por Tim Robbins, como Andy Dufresne, y Morgan Freeman en el rol de Red Redding, el largometraje cuenta en dos horas y 22 minutos la relación de amistad de dos hombres condenados a cadena perpetua en una cárcel de Maine. Es un tradicional cuento de esperanza y dignidad en medio de circunstancias amargas.
Toda la respuesta de público que Sueños de fuga nunca tuvo en 1994 fue lográndose con el paso del tiempo, principalmente a través de sus sucesivas ediciones en VHS, DVD y en las transmisiones en la televisión. En el año 1995, Warner Brothers decidió lanzar 320 mil copias en video, un número exagerado para una película obviada en el cine. Contra los malos augurios, todas las ediciones se vendieron y aquel fue el primer indicio de que el largometraje tendría una resurrección en la pantalla chica.
Las razones tras ese arriesgado lanzamiento en el formato casero apostaban a sus siete nominaciones al Oscar. A pesar de que la película no recibió ninguna estatuilla en un año en que Forrest Gump se lo llevó todo, las postulaciones habían echado a correr la voz de que Sueños de fuga era una joya oculta, un tesoro que todos se habían perdido en 1994 y que el VHS daría la oportunidad de ver en su justa dimensión. Con una fotografía oscurísima, sin actrices y sin ninguna real estrella en el elenco (Freeman aún no era lo que es hoy), la cinta de Frank Darabont no tenía como competir en la pantalla grande en 1994. Como decía un ejecutivo de la industria al crítico británico Mark Kermode en su libro The Shawshank redemption (título original de la cinta ): "La película estaba hecha para fracasar en las salas y eso fue lo que pasó".
El paso de Sueños de fuga a la pequeña pantalla fue seguido en 1997 de su primera transmisión televisiva en Estados Unidos a través de TNT, canal que repitió el éxito del video exhibiéndola al menos una vez al mes, durante 10 años. Luego vendrían las ediciones en DVD y Blu-ray: primero en 1999, luego en el 2004 con una edición doble por sus 10 años, posteriormente en el 2008 en Blu-ray y, finalmente en el 2013, en un lanzamiento de coleccionistas en el mismo formato.
Los reconocimientos de la crítica y los pares, que fueron buenos en 1994, continuaron. En una encuesta realizada hace dos semanas entre 400 personalidades de Hollywood por el diario especializado The Hollywood Reporter, Sueños de fuga ocupa el cuarto lugar de preferencias detrás de El padrino, El mago de Oz y Ciudadano Kane. En el portal IMDB, el más consultado en cine por profesionales de la industria y por público general, la película tiene el primer lugar entre las más votadas desde el 2008, cuando desplazó a El padrino.
Historia de redención y de lazos fraternos, la película de Frank Darabont es también un objeto de culto: sólo para este aniversario el estado de Ohio ha organizado varios paquetes turísticos con visitas, cenas y disponibilidad de hoteles en Mansfield, el pueblo que alberga el edificio gótico del Reformatorio Estatal de Ohio donde se recreó la cárcel de la película.
Quizás una de las experiencias más evidentes sobre el carácter casi evangélico de la película lo entregaba el propio actor Tim Robbins a Mark Kermode en su libro: "Todo lo que sé es que no ha pasado un sólo día de mi vida en que alguien no me haya dicho algo sobre esa película, sobre lo importante que fue para su vida, dándome las gracias".
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