Venecia se queda sin venecianos. Sus habitantes se han convertido en un espécimen en peligro de extinción debido a las duras condiciones de vida entre los canales y por ello crecen las iniciativas para sensibilizar sobre la despoblación de la ciudad.
El pasado 21 de octubre su cifra de habitantes se colocó por debajo de los 60.000, confirmando el rápido y paulatino éxodo de sus residentes, que eran 120.000 hace 40 años. Los venecianos desaparecen y por ello algunos ciudadanos reunidos en el movimiento Venessia.com han organizado el próximo sábado el Funeral de Venecia, una iniciativa para llamar la atención sobre este problema.
"Hace dos años instalamos un panel luminoso en el que se mostraba la cuenta atrás de los residentes en Venecia y decidimos que cuando descendieran de los 60.000 organizaríamos el funeral de la ciudad. Con menos de estos habitantes Venecia ya no es una ciudad es un puebleito", ha explicado Matteo Secchi, uno de los promotores de la iniciativa.
Los auténticos habitantes de la ciudad son tan pocos que, aprovechando la organización de este funeral, un grupo de estudiosos del Instituto Worcester Polytechnic de Massachusetts (EE UU), en el marco de la investigación patrocinada por la National Geographic Society, recogerán muestras del ADN de venecianos de al menos tres generaciones para estudiar y preservar su código genético. Los expertos esperan recoger muestras de 5.000 personas, que después se enviarán al centro de evolución de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona para su análisis. Este estudio forma parte de un proyecto que tiene como objetivo aclarar los orígenes de la población de Europa centro occidental.
En el acto del sábado se celebrará un cortejo fúnebre de lanchas que seguirán a un ataúd rojo, que simbolizará la muerte de la ciudad. Con esta provocación, los ciudadanos de Venecia quieren sensibilizar a la opinión pública sobre las dificultades a las que cada día se enfrentan los venecianos y la falta de apoyo de las instituciones políticas.
Los residentes luchan cada día con mil incomodidades: las ratas, las palomas, los precios excesivos, la basura y la invasión de los turistas. Muchas de las casas sufren la invasión de roedores con la subida de la marea, cuando se introducen en las viviendas por los conductos del baño. Peor es la marea baja, cuando los canales se secan y surgen los malos olores.
Secchi explicó que debido a los elevados precios los jóvenes tienen que marcharse a vivier en las ciudades cercanas como Mestre y que, además, vender la vivienda resulta rentable, lo que lleva a los residentes a ofrecer sus casas para que se construyan hoteles.