Un vestido de cóctel negro con encajes firmado por Givenchy fue subastado hoy en Londres por 50.000 libras (81,370 dólares), una cantidad totalmente desorbitada si no fuera porque se trata del traje que la mismísima Audrey Hepburn (19291993) se enfundó en la película "Cómo robar un millón" en 1966.
La esperada subasta de más de cincuenta objetos personales de la actriz tuvo lugar esta tarde en "La Galleria", un selecto local del centro de la capital británica, y logró batir todas las previsiones de los organizadores, al haber recaudado en total más de 210.000 libras (341.777 dólares).
De esta cifra nada desdeñable que ilustra que la crisis ha decidido pasar de largo por algún que otro bolsillo cabe destacar, además de las 50.000 libras en que se vendió el mencionado vestido, las 11.500 libras (18.716 dólares) que se pagaron por el vestido de novia nunca usado por Hepburn, diseñado por las hermanas Fontana para el enlace frustrado con James Hanson.
Asimismo, un vestido de gala de seda rosa del maestro de la costura Hubert de Givenchy, al que pertenecen muchos de los diseños que se han puesto bajo el martillo, fue adjudicado por 10.000 libras (16.276 dólares), en una subasta en la que los principales duelos se vivieron en la pujas telefónicas.
Precisamente la expectación suscitada por esta subasta, que ha puesto a la venta la mayor colección de objetos de la legendaria actriz hasta la fecha, ha provocado que un sinfín de mitómanos hayan decidido pujar desde casa por algún recuerdo de la actriz, por muy pequeño que sea.
En este sentido, un paquete de siete cartas escritas por la propia Hepburn entre 1950 y 1958, en las que la intérprete explica a su amiga Tanja Star Bussman su ansiedad y nerviosismo ante los nuevos proyectos que se le iban planteando, han sido subastadas por 5.000 libras (8.138 dólares).
Durante cerca de hora y media, casi un centenar de personas de todas las edades y sexos se acercaron a la galería para tratar de hacerse con una de las prendas de la protagonista de "Desayuno con diamantes" (1961), y muchas tuvieron que apretarse el cinturón para lograrlo, ya que el precio que alcanzaron una amplia mayoría de los objetos subastados dobló el previsto por los organizadores, Kerry Taylor Auctions.
De hecho, la responsable de la subasta, Kerry Taylor, aseguraba a Efe antes de la misma que la expectación generada con esta venta había sido "tan inmensa" que era imposible predecir el precio que se podría llegar a pagar por cualquier lote. Y así ha ocurrido.
No obstante, a pesar del esfuerzo económico necesario para enfundarse un Givenchy o un Valentino que conserva la magia de Hepburn cincuenta años después, los orgullosos compradores abandonaban la sala entre abrazos, besos y risas, conscientes de que se llevan a sus armarios un pedazo del glamour de Hollywood.
Y no sólo eso: muchos de los compradores masculinos confesaban que estaban allí para hacer un "regalo especial y único" a sus esposas.
De hecho, la actualidad, la sobriedad y la elegancia de los cortes de los vestidos que en su día Givenchy diseñó para su gran musa y amiga permiten que estos diseños puedan pasearse sin miradas de sospechas en las galas y cenas más selectas.
Las prendas proceden en su mayoría de colecciones privadas, de Archivos Givenchy y de la fundación que creó la propia actriz a favor de la infancia.
De ahí que la mitad de la suma recaudada con esta venta irá destinada a dicho organismo, que vela por brindar una buena calidad de vida a niños de todo el mundo.