Un viaje por la ex órbita soviética
En varias de las ex repúblicas soviéticas, como Kazajistán y Kirguistán, se palpa la influencia de Rusia, mientras que en Uzbekistán han debido blindarse para evitar problemas con radicales islámicos de Afganistán.
Asia Central es esa región del mapa que parece escurrirse de la inmensa mayoría de las rutas turísticas. Quizás fue Ryszard Kapuscinski el que mejor describió la cantidad de ex repúblicas emergentes que brotaron tras la desintegración de la Unión Soviética. Lo hizo en su obra El Imperio, fascinante obra de viajes a lo largo de las naciones que conformaron el bloque del Este.
Esto lo hizo entre 1989 y 1991, en pleno proceso de desmembramiento y nacimiento de estos nuevos países.
Las nuevas naciones (como Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán, entre varias otras,) apoyaron el golpe conservador contra Mijail Gorbachov en agosto de 1991. Así, las repúblicas soviéticas de Asia Central declararon su independencia de forma casi involuntaria, lo que obviamente supuso el mejor caldo de cultivo para la irrupción de regímenes de perfil autoritario que, en buena medida, han tenido continuidad en el tiempo.
Hasta hoy las élites cercanas a Moscú se han movido con habilidad para perpetuarse en el poder, con la única excepción de Tayikistán. La sensación de que varias de estas ex repúblicas soviéticas, grupo que también incluye a Kazajistán y Kirguistán, todavía se encuentran en un proceso de reconocimiento propio es palpable. Se trata de una región rica en recursos naturales y virgen en muchos aspectos, principalmente estructurales. Para el viajero es un destino único y económico: se puede comer en la calle un pincho con tomate y yogur casero por un dólar o menos.
Almaty posiblemente sea la ciudad más ruidosa y cosmopolita de Asia Central. Esta urbe fue la antigua capital de Kazajistán y mantiene el aura de urbe importante donde se mueve la gente que tiene algo que decir en el país. Las dimensiones de esta nación sorprenden: 2,7 millones de kilómetros cuadrados de superficie, 18,3 millones de habitantes y US$ 24.300 de ingreso per capita.
"En Kazajistán el Presidente (Nursultan Nazarbayev) lleva en el poder desde que se independizó de la URSS, por lo que la situación es muy estable. El temor de la población es saber si el que venga después puede ser inconveniente para este progreso. En el país no existe miseria y la mayoría vive bien o muy bien, incluso a pesar de la crisis provocada por la caída de los precios del petróleo", cuenta Alejandro González, empresario español que ya lleva ocho años en este país.
Vodka y mezquitas
Una situación relativamente similar se vive en Uzbekistán. Oleg es un uzbeko de la imponente ciudad de Samarcanda que resume el sentir de muchos de sus compatriotas. "Ya sabemos que si criticas a nuestro gobierno en un medio de comunicación, te puedes meter en problemas, pero mira ahí: la puerta de mi casa está abierta y mis hijos están jugando en la calle mientras nos tomamos un vodka. ¿Cuánto vale eso? Piensa que nosotros tenemos frontera con Afganistán y que tenemos que blindarnos ante posibles problemas con los radicales islámicos. De acuerdo, nuestro gobierno tiene algún tic dictatorial, pero ¿dónde se dan los atentados y las bombas de los yihadistas? En Bélgica, Francia… No aquí. Si el precio que tenemos que pagar para vivir con seguridad es algún recorte en la libertad de expresión, yo al menos lo pago encantado".
La región palpita ante la irrupción de inversores y emprendedores que acuden a la busca de materias primas y recursos naturales. En Uzbekistán, cuyo ingreso per capita es de US$ 2.200, las décadas de presencia soviética de alguna manera "anestesiaron" la actividad de las mezquitas.
Aunque la mayoría de la población local es musulmana (el 96%), la forma como se incorpora ese credo a la vida diaria es muy relajada. Aquí, por ejemplo, se puede salir de noche y encontrar mujeres vestidas de forma muy provocativa.
La sombra de China
Otro caso es el de Tayikistán, el país menos avanzado de la región: prohibió la celebración de Navidad no hace mucho y su ingreso per capita apenas supera los mil dólares. Escenario clave para el tráfico de drogas, la principal batalla del gobierno local, anunciada así con toda pompa, es controlar a los grupos rebeldes que se puedan colar por las montañas desde Afganistán. Algunos ven esto como una muy buena excusa para actuar con mano dura y sin ataduras.
¿Pobreza a la vista? De las antiguas repúblicas soviéticas es de las más pobres. Su principal fuente de ingresos es la minería y actualmente las materias primas cotizan a la baja. Eso sí, no hay mendigos ni gente pidiendo en la calle y las casas aparecen cuidadas en su exterior. Lo que sí es un desafío es la infraestructura.
Beijing tiene la mirada puesta en esta ex república soviética para aumentar su zona de influencia en un gran territorio (143 mil kilómetros cuadrados) y con tanta capacidad de explotación.
Los empresarios chinos ya se cuentan por legión en la Dusambé, la capital tayika.
Muchos comentan acá que se avecina una disputa Rusia-China entre ciudades de la antigua Ruta de la Seda, llanuras inabarcables, tierras vacías y gentes de sonrisa limpia.
¿Y qué pasa en Kirguistán? Guldana es una jovencita kirguisa de 17 años. "La religión de mi país es el Islam", dice, aunque viste coqueta. "No me preguntes de política. Tan sólo puedo decir que Rusia es importante para nosotros porque distribuye el aceite, así que es conveniente que tengamos buenas relaciones con ellos. Me queda claro que la Madre Rusia ha conseguido su objetivo en la región: la población tiene interiorizada la dependencia con Moscú como algo indisoluble al bienestar.
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