En el elegante Salón de los Movimientos Sociales, en la sede de la Vicepresidencia de Bolivia -en pleno corazón de La Paz-, Alvaro García Linera toma asiento, ofrece una empanada salteña y un mate de coca, antes de asegurar a La Tercera que los resultados finales de las elecciones del domingo probablemente lo acercarán a él y al Presidente Evo Morales en torno al 63%. Es decir, casi la misma votación que obtuvieron en la primera reelección de 2009.
El Vicepresidente luce de terno y corbata, fiel a su estilo, y recalca que por ningún motivo él tomará la posta en 2020, porque sí o sí debe ser un indígena "para restablecer un equilibrio histórico y moral de nuestra vida política". García Linera (51 años) es considerado como el "ideólogo" del proceso liderado por Evo Morales. "Somos como una bisagra", ha dicho el propio mandatario al referirse al vicepresidente, con que gobierna junto a él desde 2006.
García Linera estudió en la Unam y tras su regreso a Bolivia se transformó en ideólogo del Ejército Guerrillero Tupac Katari, de raíz indigenista y marxista. Esto le costó cinco años de cárcel, que dejó en 1997, para luego reinventarse y convertirse en profesor universitario y cientista político. Según los analistas bolivianos, el "número dos" del gobierno -sociólogo y matemático- imprimió el sello social e indígena a la administración de Evo Morales e ideó junto al presidente la creación del "Estado Plurinacional de Bolivia", sin descuidar la apuesta por el repunte crecimiento económico.
El gobierno ganó en ocho de los nueve departamentos de Bolivia. ¿Qué pasó en Beni, la región donde se impuso la oposición?
Ahí hay una estructura de poder regional que aún no ha sido aplastada por la insurgencia de lo popular. El Estado es muy débil ahí. El poder del hacendado es muy fuerte y no hay un movimiento social que haya resquebrajado esas estructuras. Entonces es un proceso largo, de cinco a 10 años de transformación de las estructuras de poder.
¿Y cómo se logra eso?
Insurgencia popular y más presencia estatal.
Es interesante lo que ha ocurrido en el oriente boliviano. ¿A qué atribuye el éxito que ha tenido el gobierno ahí, especialmente en Santa Cruz?
Son varias cosas las que se han sumado. La presencia de un fuerte movimiento indígena, campesino, barrial y emergente.
¿Ese movimiento indígena ha ido emigrando hacia Santa Cruz?
No, ha ido creciendo, fortaleciéndose. Un segundo elemento es la derrota del proyecto conservador que reivindicaba una pequeña elite política empresarial cruceña. Y que mantenía cautivo al resto de los sectores de clase media y empresariales. La elite decía que íbamos a confiscar tierras, que íbamos a confiscar autos, las casas, las iglesias, etc. El tercer elemento es que hemos incorporado hidrocarburos y energía eléctrica al modelo cruceño de servicios y agricultura.
¿Hay una reconciliación entre el occidente y el oriente boliviano (antigua Media Luna y cuna de la oposición)?
Hay una unificación en torno a un sólo proyecto de economía y de sociedad. En Bolivia no hay otro proyecto de Estado, ni de economía ni de sociedad.
Eso sí, digamos que la oposición obtuvo alrededor de un 40% ¿Cómo lo toma el gobierno?
Lo interesante es que ese 40% no es la articulación en torno a un contraproyecto, porque es una derecha travesti; para obtener esa votación la derecha ha tenido que enterrar sus banderas y de manera hipócrita adscribirse a los lineamientos del proceso de cambio. Es una derecha vergonzante.
¿Es posible el fin de la confrontación que ha propuesto el Presidente Evo Morales?
Había confrontación cuando había dos proyectos distintos. Pero ahora hay un solo proyecto.
¿Cuáles son los principales desafíos del próximo gobierno?
Industrialización, el polo energético, generar conocimiento y garantizar el crecimiento para tener la distribución de la riqueza más eficiente del continente. En 2005 la economía chilena era 14 veces más grande que la boliviana; ahora mide ocho. Y el 2020 debe ser sólo cuatro veces más grande. Y el 2025 deberíamos estar iguales o máximo uno a dos. Esas son metas.
¿El 2025 igualar la economía chilena?
Uno a uno o uno a dos máximo, si mantenemos este ritmo de crecimiento.
¿Prácticamente igualarla?
Ojalá, pero al menos, máximo que sea el doble.
¿Y a qué tasas tendría que crecer Bolivia para lograr esa meta de igualar a Chile?
Entre el 5% y el 6%, y triplicando su PIB cada seis años. Hemos multiplicado por cuatro en ocho años. Hasta 2020 deberíamos tener un PIB de cerca de US$ 100 mil millones. Entonces ahí la diferencia no sería tan grande respecto a usted (Chile); estaríamos de uno a cuatro manteniendo Chile su crecimiento actual.
¿Cómo se lograría esto?
Industrialización de las materias primas, mayor exportación de energía y alimentos; hay que ampliar la frontera agrícola a un millón de hectáreas por año. Y el gas debería duplicarse o triplicarse con los derivados industriales. La nacionalización de los hidrocarburos cambió la historia de nuestra economía.
¿Hay otros proyectos emblemáticos como lo del teleférico de La Paz en carpeta?
La Paz será conocida como la ciudad del teleférico. Queremos trenes en Santa Cruz y Cochabamba. También queremos abrirnos a la energía atómica, que es el fuego del siglo XXI, pero para uso pacífico.
En cuanto a la demanda en La Haya ¿Por qué Bolivia recurrió a esa corte internacional?
Porque hemos agotado todas las opciones previas, de acercamiento, diálogo, diplomacia; de acercamiento entre pueblos, de confianza entre gobernantes; de trabajos arduos de cancillería. Este tema no sólo afecta a Bolivia, sino que a la integración del continente.
Durante la anterior gestión de Michelle Bachelet, la Agenda de los 13 puntos parecía que el asunto estaba bien encaminado. ¿Por qué se rompió esto?
(Largo silencio) Evidentemente que (la situación) de Presidente a Presidente varía. Chile tiene una mirada muy definida de lo que quiere hacer con Bolivia, independientemente de los presidentes. Lo importante es que los gobernantes en Bolivia tenemos continuidad para darnos cuenta de esto. Nosotros cumplimos todos los requisitos: acercamiento, confianza, diálogo, conversaciones, exploración de opciones.
¿Cómo se quebró la confianza?
No es que se quebró la confianza. Nos dimos cuenta de lo infructuoso que es esto.
¿Qué hará Bolivia en caso de que La Haya acepte la impugnación chilena a su competencia?
Confiamos de que no será así. Los organismos internacionales fueron creados para resolver estos temas. Lo curioso es que el gobierno de Chile impugne la competencia de un tribunal moderno. Ahí veo una actitud pre-moderna frente a una institución moderna. Hay una paradoja entre los gobernantes chilenos: presumen modernidad y se comportan pre-modernamente. Actúan con la mirada del siglo XIX para un tema que tiene que ser resuelto con los mecanismos del siglo XXI.
Evo Morales ha dicho que no se cierra a una solución bilateral…
Jamás nos vamos a cerrar, pero el acercamiento debe ser real.
¿Qué tendría que ocurrir para concretar ese acercamiento?
Si hubiese una propuesta de Chile, ahí ya las cosas se detienen… Si se abren otras opciones, como una propuesta concreta del gobierno de Chile a Bolivia, por supuesto que la oiríamos. Cualquier propuesta que resuelva la salida soberana de Bolivia hacia el Océano Pacífico será siempre oída y recepcionada.
¿Sorprendió al gobierno el video de la cancillería chilena?
No, era previsible. Están a la defensiva.
¿Visualiza usted una solución en el corto plazo a la controversia marítima?
Debería. Chile no puede vivir de espaldas al continente. No puede mantener esa actitud.