El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, presionó hoy a los líderes de la región semiautónoma de Kurdistán para que lleguen a un acuerdo con Irak sobre el problema potencialmente explosivo de cómo administrar y compartir la vasta riqueza petrolífera de ese país.

Biden dijo que no esperaba que la prolongada disputa por el territorio y el petróleo entre la minoría kurda de Irak y su gobierno liderado por chiítas en Bagdad, considerada como la principal amenaza a su frágil estabilidad, fuera resuelta antes de las elecciones nacionales de enero.

"Estoy convencido de que hay buena fe y un deseo genuino de alcanzar un acuerdo justo", afirmó Biden, sin dar detalles sobre las reuniones con el presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani, y Masoud Barzani, presidente del enclave norte de los kurdos.

Sin embargo, hay muy pocos signos de que los kurdos, que por mucho tiempo han soñado con un Estado propio y aspiran a expandir las fronteras de su región norte, o el gobierno del primer ministro, Nuri al-Maliki, un chiíta, estén listos para echarse atrás.

Antes que Biden volara a la capital kurda, Arbil, en el tercer día de su visita a Irak, un alto funcionario del gobierno estadounidense indicó que Biden repetiría a los kurdos lo que dijo a los líderes iraquíes en Bagdad el día anterior, sobre que "aceptar un pedazo un poco más pequeño de un pastel mucho más grande" le convenía a todos los iraquíes.

Biden también utilizó la visita a Irak, la segunda en tres meses, para urgir a la aprobación de la crítica legislación de hidrocarburos, postergada por muchos años por las peleas entre los kurdos y los árabes.

Las leyes establecerían un marco legal para las petroleras que inviertan en el sector de hidrocarburos de Irak, que posee las terceras reservas más grandes del mundo pero necesita dinero extranjero para aumentar la producción.

Quién posee la autoridad para firmar los convenios de petróleo es uno de los puntos de discusión entre Kurdistán y el Ministerio de Petróleo iraquí.

Biden, quien alguna vez propuso dividir Irak en regiones separadas para los sunitas, los chiítas y los kurdos, arribó a Bagdad el martes para presionar por una mayor unidad política en Irak en momentos en que el gobierno de Obama está centrando su atención en Afganistán.

El gobierno de Obama necesita que Irak esté fuerte y estable para cumplir con el cronograma programado para poner fin a la presencia estadounidense en el país. Las elecciones del año próximo, que algunos temen que puedan ser catalizadoras de más violencia, son consideradas clave para determinar si Irak logrará establecer una democracia pacífica.