Pocas veces el concepto de "rescate discográfico" ha adquirido una magnitud tan literal. Tras el golpe militar de 1973, el diseñador Antonio Larrea, parte del grupo que ideó las portadas de los álbumes consulares de la Nueva Canción Chilena, sospechó que las nuevas autoridades irían por él y por el taller que administraba junto a su hermano Vicente, tal como ya lo habían hecho con otros colectivos adscritos a la izquierda.
"Siempre pensamos que nos podían quitar todo. Y con la inocencia del momento, fuimos al Ministerio de defensa a declarar que no teníamos nada malo en el taller, que no poseíamos armas. Ahí nos dieron una carta que nos declaraba como 'casa revisada' y por eso nunca nos requisaron", reconstruye. Pese a la maniobra, el temor persistió. Por eso, Larrea tomó los negativos de todas las fotos que había capturado en esos años y los bocetos de todas las carátulas que había creado, y los escondió en la casa de su madre, donde permanecieron por décadas.
Fue la decisión que no sólo puso a salvo parte del más trascendente patrimonio de la música nacional en los 60; casi 44 años después, también permitió otro rescate discográfico. Uno mucho menos traumático y más planificado, y que asoma como una de las más importantes iniciativas consagradas a Víctor Jara en el último tiempo: la edición de cinco de sus discos en vinilo, con un arte restaurado e imágenes y textos extraídos precisamente del material original resguardado por Larrea.
"Estos discos no estaban disponibles en ese soporte, al menos en Chile, desde la Unidad Popular. Y nos propusimos reeditarlos de la manera más fiel posible a esa época", asegura el cineasta Cristián Galaz, hoy director ejecutivo de la Fundación Víctor Jara, en torno a los álbumes que revivirán la próxima semana, tras años discontinuados o casi extintos del mercado oficial. Se trata de Víctor Jara (1966), Pongo en tus manos abiertas (1969), El derecho de vivir en paz (1971), La población (1972) y el póstumo Manifiesto (1974).
Una misión que partió el año pasado, cuando el organismo que preside la viuda del cantautor, Joan Jara, se adjudicó un fondo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y contactó al sello local BYM Records -especializado en la edición de vinilos- para sumarlo a la travesía. Ahí la discográfica tomó las grabaciones digitalizadas que utilizó el sello Warner Music en 2001, cuando relanzó la obra del músico en CD. También existió otra alternativa que garantizaba aún más respeto por el sonido de hace cinco décadas: coger las canciones desde sus cintas originales, aunque hoy también digitalizadas, fuente que usan todos los grandes artistas para refaccionar en alta calidad su catálogo en acetato. Pero no se pudo. Tal material hoy está en manos de un profesional de la industria que pedía un altísimo precio por cederlo.
Con el ítem ya resuelto, los audios viajaron hasta la fábrica de vinilos Erika Records, en Los Angeles, EE.UU., especializada en joyas de antaño -han reeditado trabajos de Elvis, Michael Jackson o KISS- y donde se hicieron 500 copias de cada disco. Como si la ruta post mortem de Víctor Jara siempre fuera un trayecto bosquejado por pequeñas historias, por relatos empujados por la coincidencia, hubo un factor que facilitó la rápida elaboración de los álbumes, en días en que la empresa norteamericana estaba copada de solicitudes.
"El marido de la dueña de esta fábrica había vivido en Valparaíso y conocía a la perfección la música de Víctor. Por eso le dio un peso y una preocupación especial al trabajo de estos vinilos", cuenta Ignacio Rodríguez, director de BYM Records.
La siguiente fase fue telefonear a Larrea para que desempolvara las carpetas con el sustrato visual. El artista aceptó de inmediato, bajo un estímulo adicional: la actual tecnología le permitiría borrar los errores del pasado. "Ahora podía corregir cosas que en su momento quedaron mal y pude rescatar los detalles que en los 60 se perdieron en el proceso de impresión, que no era para nada bueno", precisa.
Sobre la mesa de su living, Larrea muestra que, por ejemplo, hoy las manos que ilustran Pongo en tus manos abiertas -tomadas a un vendedor de papas de una feria- lucen con mayor detalle y volumen. Por otro lado, el arte interior de El derecho… por fin exhibe la silueta completa de Jara, figura borrada en la versión de los 70. "Pasé casi 50 años viendo que esa imagen tenía ese terrible error de imprenta", revela su autor.
Gran parte de las fotos usadas -algunas son las más célebres de la vida del cantante- fueron capturadas durante un solo día en la avenida Fleming de la capital, en Las Condes, cuando aún era un espacio casi campestre. Pero Larrea recuerda otro hito legado por las carátulas: con colores que remitían a la psicodelia, con portadas donde la imagen era tan protagónica que ni siquiera valía la pena poner el nombre del artista, y con técnicas como el contratipo, el trabajo desarrollado por el clan era absolutamente revolucionario para esos días.De hecho, avanzaba en paralelo a la audacia creativa de, The Beatles, también aburridos de que la foto de presentación de sus discos fuera un simple y estático retrato promocional de los músicos. "Trabajábamos de forma independiente, Víctor no sabía tanto de gráficas, pero estaba abierto a todo lo que le proponíamos", rememora Larrea.
Pero de todo el contenido presentado por los vinilos, quizás el más emotivo está en Manifiesto. Se trata del título póstumo lanzado en 1974 y que recoge las canciones que Jara estaba grabando un año antes para un nuevo álbum, proceso abortado por su fallecimiento. Un puñado de composiciones rescatadas por la periodista sueca Jan Sandquist, quien le comentó a Joan Jara tras el golpe militar que ella podía sacar las cintas del país como parte de su equipo técnico. Finalmente, los tracks vieron la luz sólo en Inglaterra. Hoy el vinilo trae no sólo los temas que el cantautor deseaba incluir, sino que también la foto que Larrea había trabajado para esa obra inconclusa.
Como corolario, Cristián Galaz cuenta que el estadio Víctor Jara (ex estadio Chile) reabrirá de manera paulatina sus puertas a partir de las próximas semanas. Un triunfo mayor, ya que no funciona como reducto para espectáculos desde 2009, cuando fue clausurado al no cumplir con las normas para recintos de alta convocatoria.
En lo inmediato, su primer show será el 28 de septiembre, cuando se celebre el natalicio del hombre de Plegaria a un labrador. A partir de esa jornada, se desarrollarán en los siguientes días una serie de recitales de homenaje con invitados como Illapu, Inti-Illimani, Los Vásquez y El Bloque Depresivo. Galaz sigue: "Ya hemos hecho todos los trámites y de a poco vamos a ir logrando que vuelva a usarse como espacio para la música Nuestra misión es sacar a Víctor de ese lado clandestino y ponerlo a centro de la cultural chilena y mundial".