Hubo una ovación. De esas de pie. Dos, tres y hasta cuatro minutos de aplausos para una película sobre un caudillo latinoamericano nacido hace 230 años en Caracas. A las 10 de la noche de este lunes 9 de septiembre se estrenaba en esas favorables condiciones la película El libertador, la más cara del cine latinoamericano, en el Festival de Cine de Toronto.
Con un prespuesto de 50 millones de dólares, esta coproducción venezolano-española eligió como puerta de entrada mundial el Isabel Bader Theatre, una sala para 500 personas de la Universidad de Toronto, una de las más visitadas en el circuito de festivales de la ciudad. La llegada de El libertador al Festival de Toronto, donde cada año arriba la mayoría de las cintas que luego tendrá chances en el Oscar, es coherente con sus ambiciones.
Para empezar, su costo supera incluso a producciones internacionales como El amor en los tiempos del cólera, que significó un desembolso de 45 millones de dólares en el año 2007. El elenco es liderado, entre otros, por Edgar Ramírez, el ascendente actor venezolano de la serie Carlos y la película La noche mas oscura, como Simón Bolívar. Junto a él, hay gente como el español Imanol Arias (El Lute) en el rol del general realista español Domingo de Monteverde o el actor estadounidense Danny Huston (21 gramos) en el papel de Martin Torkington, un británico con intereses exclusivamente comerciales en las independizadas ex colonias españolas.
Los nombres siguen: el guión le pertenece al estadounidense Timothy Sexton, nominado al Oscar por la historia de Hijos del hombre de Alfonso Cuarón; el montaje es de Tariq Anwar, postulado a la estatuilla por El discurso del rey; y la música es del venezolano Gustavo Dudamel, la promisoria estrella de la música clásica mundial que actualmente dirige la Filarmónica de Los Angeles.
Dirigida por el veterano realizador caraqueño Alberto Arvelo, que antes realizó el documental Tocar y luchar sobre el Sistema de Orquestas Juveniles en Venezuela, El libertador se propone contar más o menos toda la vida de Simón Bolívar. En ese sentido contrasta con Bolívar, el hombre de las dificultades, su opuesto cinematográfico, financiado por la Villa del Cine (Venezuela) y el ICAIC (Cuba). Este largometraje dirigido por Luis Alberto Lamata y con Roque Valero como Bolívar, sólo recorre un año en su vida, entre 1815 y 1816, cuando el caudillo se exilia en Jamaica y Haití. La cinta fue estrenada el 16 de agosto en Venezuela y algunos han querido ver en ella algo así como la propuesta bolivariana de acuerdo al gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
En este orden de relaciones, El libertador equivale a la superproducción de perfil internacional, sin una agenda política tan evidente como Bolívar, el hombre de las dificultades. Tiene un presupuesto 25 veces mayor, recurre a una detallada utilización de los paisajes y mezcla hazañas políticas, batallas inmemoriales y pasiones amorosas.
Con una vida que se extendió por 47 intensos años entre 1783 y 1830, Simón Bolívar se crió en un hogar acomodado, conoció España a los 16 años, enviudó a los 20 y pisó la Francia de Napoleón en 1804. Cuando retornó a América, llegó algo decepcionado de la tiranía en que había caído el líder francés y aliándose con algunos militares irlandeses e ingleses luchó contra los realistas.
De acuerdo a las primeras críticas a la película, el largonmetraje de Alberto Arvelo cuenta todo eso, pero lo hace en forma sintética, como si las dos horas no le bastaran para abarcar una serie de eventos tan rápidos y significativos en la vida del libertador americano. De acuerdo a The Hollywood Reporter "aún, a pesar de que la vida de Bolívar es para más de dos horas de película, este filme tiene una historia absorbente y la ventaja de contar con alguien como Edgar Ramírez en el rol central".
La película, que recrea además varias batallas utilizando efectos digitales, tiene según su director una deuda con Terrence Malick y, sobre todo, con el cine de samuráis japonés. "Me interesó mucho la forma de afrontar las batallas de las películas de Akira Kurosawa", dijo hace unos días el realizador Alberto Arvelo al diario venezolano El Nacional. Por ambiciones, la cinta no se queda atrás.