Arturo Vidal tiene algo que, simplemente, no puede controlar: es su deseo de desafiar a todos y, a su vez, sentirse mejor que todos. Es una virtud, según él. Lo que le ha permitido llegar a la élite del fútbol mundial. A horas de la final de la Copa Confederaciones contra Alemania, esa parada del volante de Bayern Múnich no podía cambiar.

Con una frase le hizo la pauta a todos los medios internacionales. Y antes de plantear su teoría, aclaró que sus dichos no eran "de la boca para afuera". Con esa simple aclaración se sabía que lo siguiente sería, al menos, interesante: "Lo hemos demostrado en todos los partidos. Le ganamos a Argentina dos finales en años seguidos, ya le ganamos a Portugal, el campeón de Europa… Y si le ganamos a Alemania, vamos a ser la mejor selección del mundo", sentenció.

Sin dobleces, sin lugar para dobles interpretaciones. Vidal lanzó su frase y varios periodistas alemanes se miraron entre sí. Minutos más adelante volvería a repetir el concepto, como para evitar cualquier duda. El centrocampista es así. Le gusta provocar. ¿Por qué? "Claramente mi mentalidad es ser un ganador. Eso me ha llevado a estar donde estoy, a jugar en el Bayern, que para mí es el mejor equipo del mundo. Si no tuviera esa personalidad, no sé si estaría acá hablando. Espero que me acompañe hasta el día que me retire, si no la tuviera, no podría ser futbolista", expuso.

El jugador formado en Colo Colo ha tomado este rol en Rusia. El de llevar la voz de sus compañeros, el de poner los temas calientes sobre la mesa, al margen de la conferencia de prensa que ofrecieron el viernes Claudio Bravo y Alexis Sánchez. Sin llevar la jineta, ha sido el vocero.

No tuvo problemas en desbancar a Marcelo Bielsa del trono que se ganó ante los hinchas, los analistas y algunos de sus compañeros. No tembló al decir que quería a Alemania en la final de la Copa, al minuto de haber empatado 1-1 en la fase de grupos. Y ayer, además, ni se arrugó para lanzarle una piedra a Jorge Sampaoli, el antecesor de Pizzi en la banca de la Roja, quien durante sus últimas semanas en Pinto Durán se encargó de difundir una supuesta desmotivación y conformismo de la generación dorada, después de haber logrado la primera Copa América de su historia.

"No lo escuché, pero si lo dijo, es mentira. Desde que nos ponemos la camiseta de Chile, en todos los partidos, nos da hambre de lograr cosas nunca conseguidas", enfatizó Vidal, quien hace rato es el número de la Roja dentro de la cancha y, al menos en la Copa, también fuera de ella. En los días de desánimo de Bravo, fue el mediocampista quien tomó las riendas del liderazgo.

Y es quizás Pizzi el técnico con el que se ha sentido más cómodo en el Equipo de Todos. Lo dejó en claro también, al hablar del aporte que le ha dado Macanudo a esta llamaba generación dorada del fútbol chileno: "Pizzi llegó en el mejor momento, tras un proceso exitoso. No era fácil, por lo mismo. Pero confió en nosotros, nos ayudó a seguir arriba y con trabajo, esfuerzo y sacrificio hemos llevado a la selección a lo más alto del mundo".

Hoy Vidal quiere dar otra vuelta olímpica con el escudo de la estrella. Quiere seguir haciendo historia y quiere seguir desafiando al que se le cruce. "Ni se nos ha pasado por la mente la opción de perder", sentenció en San Petersburgo. Es la naturaleza del Rey.