Un proyecto bien pensado y correctamente diseñado. Esta es la impresión al conocer en terreno los viñedos Vik, ubicados en el Valle de Millahue, en la VI Región. Una sutil simbiosis entre filosofía de vida y trabajo, unión perfecta entre el hombre y la naturaleza a favor del medioambiente, convierte a este lugar en la primera viña holística de nuestro país.
Su dueño, el noruego Alexander Vik, se propuso crear el año 2006 un viñedo excepcional en este lugar de oro –como lo denominaron los indígenas que habitaron el Valle de Cachapoal– para lograr un vino único bajo el mejor terroir escondido entre innumerables quebradas, pequeños microclimas y una agradable brisa costera.
Hoy, junto con el trabajo de sus colaboradores, el creador de este proyecto puede ver realizado su sueño de formar una viña premium dentro de Latinoamérica.
"Hicimos un estudio extensivo en varios países; creemos que este es el lugar, y el mismo vino nos dio la respuesta", cuenta Alexander, un apasionado del campo y la naturaleza.
En las 4.325 hectáreas que conforman Vik, 303 destinadas actualmente para las diferentes cepas, el desarrollo sustentable es un pilar fundamental. Y se nota. Cada detalle y cada decisión se realiza en favor de la naturaleza y el entorno, como es el caso de la huella de carbono negativa, que es resultado de haber conservado grandes extensiones de bosque nativo y el haber plantado más de 600 árboles para la reforestación.
Y así muchos ejemplos más, como la recuperación de las aguas de regadío a través de sistemas de drenajes, sectores de manejo ecológico sin aplicación de químicos y la presencia de una gran variedad de animales silvestres que crean un equilibrio entre la flora y la fauna.
DE LA MANO CON LA ESTETICA
No sólo la propia tierra de este lugar es expresión del equilibrio que esconde el concepto Vik. La arquitectura de las instalaciones hasta el momento construidas sigue esta misma idea en su estética y diseño.
Luego de un concurso, fue la propuesta del arquitecto Smiljan Radic la ganadora para crear este proyecto completo, "bajo una idea sostenible en el tiempo", según afirma él.
Líneas contemporáneas y tecnologías que consiguen el menor gasto de energía posible dieron paso a la actual llavería, donde funcionan las oficinas y se guardan las barricas de los primeros vinos, y la cabaña, que pasa a ser un lugar abierto para la llegada de cualquier visitante, la que cuenta con cuatro habitaciones, dos amplias terrazas, una de ellas con vista al tranque, un living y comedor.
"El concepto de decoración en Vik es moderno, orgánico y cercano al campo. Algunos muebles los creamos con materiales obtenidos de este mismo lugar mezclados con otros traídos desde Italia", especifica Alexander.
Cada tres meses este empresario aterriza en Chile para visitar junto a su familia los viñedos que llevan su nombre; aquí recorre el campo durante las mañanas, hace cabalgatas o simplemente goza de la vista de este proyecto vitivinícola pensado como una meta para largo plazo.