Por cuarto día consecutivo, las fuerzas de seguridad y las pandillas criminales se enfrentaron en las favelas de la ciudad brasileña de Río de Janeiro y los violentos choques causaron la muerte de al menos 21 presuntos narcotraficantes.
Según informaron fuentes policiales, solamente en los operativos del miércoles cayeron 13 de ellos. Se detuvo, además, a un total de 153 personas señaladas como delincuentes y dos oficiales de policía resultaron heridos de bala.
El coronel Henrique de Lima Castro, portavoz de la Policía Militarizada (PM) de la ciudad, indicó que las fuerzas realizaron incursiones en 27 barriadas pobres o favelas desde el último domingo, con una dotación de mil hombres.
El balance policial también arrojó un volumen importante de drogas, armas, explosivos y materiales inflamables incautados.
"Las operaciones permanecen y serán más incisivas a partir de mañana (jueves)", anticipó Lima Castro.
Pero no sólo las favelas están militarizadas: otros 17.500 efectivos, según informó la PM, se despliegan en toda el área metropolitana de la segunda ciudad principal de Brasil, patrullando en estado de "constante alerta".
CON GASOLINA
La avanzada policial se ha organizado como respuesta a una serie de incidentes violentos, protagonizados por bandas delincuenciales presuntamente ligadas al narcotráfico.
En los últimos cuatro días fueron incendiados 29 vehículos –automóviles, furgonetas y autobuses-, siguiendo un mismo modus operandi: interceptar el vehículo, desalojar a sus ocupantes y prenderle fuego después de rociarlo con gasolina.
El gobernador del Estado, Sérgio Cabral, atribuyó la escalada de violencia criminal a las acciones del mismo gobierno: según el funcionario, se trata de una respuesta a las políticas de seguridad y combate de la delincuencia urbana instauradas en las favelas desde que se inició su gestión, en 2007, tales como el despliegue de las llamadas Unidades Policiales Pacificadoras (UPP).
"Estamos viendo intentos desesperados de debilitar nuestros esfuerzos de seguridad… Lo que quieren es crear pánico, pero no nos replegaremos", declaró Cabral a una radio local.
Algunos analistas, sin embargo, señalaron a la BBC que no es posible avalar esta teoría.
"Puede ser (que sea una reacción ante las políticas de seguridad), puede no ser… El peligro aquí es que las clases medias consideren que su seguridad está comprometida a causa de las UPP. Si se cree que la inversión en las UPP es contraproducente para la ciudadanía que no habita en las favelas, eso puede acabar con la sustentabilidad política del proyecto", señaló el sociólogo Ignácio Cano, del Laboratorio de Análisis de Violencia en la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).
DOS BANDAS
El gobierno considera que las órdenes de saqueo e incendio provienen de líderes de bandas que están en prisión y son un modo de protesta por la "limpieza" en las favelas que llevaron a cabo las fuerzas de seguridad en los últimos dos años.
Asimismo, señalan que habría dos grandes grupos de narcotraficantes unidos en los ataques. Según el secretario de Seguridad estatal, José Mariano Beltrame, se trataría del "Comando Vermelho" y los "Amigos de los Amigos", que ejercen el control de las dos mayores favelas cariocas: Rocinha y Complejo del Alemán.
El gobernador Cabral solicitó asistencia del gobierno central para aumentar la presencia policial, y el presidente Luiz Inacio Lula da Silva designó a su ministro de Justicia, Luiz Paulo Barreto, para apoyarlo en el combate.
"Haremos lo que sea necesario para que las personas de bien derroten a aquellas que quieren vivir en la marginalidad", aseguró el mandatario.
¿MAL ENDEMICO?
La oleada de violencia despertó el temor en distintos barrios cariocas y puso la mirada del mundo sobre Río: allí se celebrarán los Juegos Olímpicos de 2016 y, antes, la ciudad será subsede del Mundial de Fútbol de 2014.
Muchos manifestaron preocupación por la imagen opacada de la urbe, de cara a estos eventos internacionales, y por la capacidad real del país de crear un ambiente seguro para los visitantes.
Lo cierto es que la violencia urbana es, para algunos, un problema endémico de Río de Janeiro, donde casi dos millones de personas -un tercio de la población del municipio -viven en más de mil barrios marginales.
Según datos del Instituto de Urbanismo Pereira Passos, se han levantado unas doscientas favelas más en los últimos cinco años. Y los índices de criminalidad son contundentes: la ONG Río de Paz contabiliza más de 20.000 asesinatos entre enero de 2007 y septiembre de 2009 – a razón de 20 fluminenses, como se llama a los habitantes del estado, al día.
Sin embargo, algunos observadores se muestran más optimistas sobre las posibilidades de controlar este problema.
"La gente tiene que mirar más que las tasas de incidencia criminal están cayendo, y menos lo que está pasando ahora. Antes, 20 personas podían morir en una madrugada y nadie se enteraba. Ahora, si hay un ataque se genera una ola de pánico y nadie piensa en otra cosa. Es importante mirar el panorama general", opinó el sociólogo Cano en declaraciones a la BBC.
Para las autoridades, la misión es lograr la "pacificación" de las cien favelas más violentas para 2014, y el macro operativo policial de esta semana tiene por fin mostrar solidez para alcanzar ese objetivo.
"Las cosas no se resolverán de un día para el otro. Permaneceremos el tiempo que sea necesario ", dijo el coronel Lima Castro.