Desde que el artista y disidente chino Ai Weiwei (1957) recuperó su pasaporte en julio de 2015 -luego de que el gobierno se lo confiscara por cuatro años-, no ha hecho otra cosa que viajar. Ese mismo año tuvo una gran exposición en Londres, en la Royal Academy of Arts, y luego fue el primero en ser autorizado para crear una instalación en Alcatraz, la célebre cárcel en EEUU. En 2016 expuso en Cuenca, España; en Florencia, Italia, y luego en Nueva York, donde inauguró de forma simultánea en cuatro galerías. Su periplo no se ha detenido.
Por estos días, el artista de 59 años realiza un viaje por Latinoamérica que lo tiene desde el viernes en Buenos Aires recorriendo y evaluando lugares para armar una instalación especial que presentará desde el 18 de noviembre próximo, cuando inaugure además su primera retrospectiva en la región, en Fundación Proa.
Ayer la prensa trasandina hacía un resumen de sus pasos, respaldada por la información que él mismo Ai lanzaba a través de su cuenta de Instagram (@aiww), donde ha subido videos e imágenes de la capital argentina: ya estuvo almorzando en el barrio de La Boca; paseó por Caminito (se hizo una selfie con una estatua caricaturesca del Papa Francisco); visitó Proa, donde se exhibe una muestra de Yves Klein, y recorrió el Parque de la Memoria. No anda solo, lo acompañan su hijo y un sobrino, además del curador de la muestra, el brasileño Marcello Dantas y el cineasta Alejo Moguillansky, quien graba un documental sobre su trabajo.
Claro que Buenos Aires no será su único destino en la región. Ayer, la Fundación CorpArtes anunció la visita express del artista a Santiago, que lo tendrá dando una conferencia este jueves a las 20.30 horas - con entrada liberada, pero bajo inscripción en el sitio www.corpartes.cl- en el auditorio del centro ubicado en Rosario Norte 660.
Aunque por ahora el centro cultural no ha confirmado una futura muestra, esta visita bien podría allanar el terreno. Eso sí, no sería la primera vez que Chile recibe la obra del artista: en 2013 -cuando aún no podía salir de China- diseñó una instalación que consistió en un gran lienzo de 900 metros cuadrados con una imagen satelital de las islas Senkaku, en disputa entre China y Japón, y lo colgó en el Parque Cultural de Valparaíso, en la ex galería de reos. La acompañaba un fragmento del poema Residencia en la Tierra de Pablo Neruda.
La obra se gestionó en Chile en el contexto de la muestra Bridges & Borders que fue curada por el argentino-suizo Sigismond de Vajay, quien será justamente el encargado de presentar y conversar con Ai Weiwei este jueves en CorpArtes. En esta ocasión, el chino hablará sobre sus últimos proyectos, especialmente de la instalación que realizó a principios de año en Praga, sobre la crisis de los refugiados, donde instaló una balsa de 70 metros y en su interior 258 figuras humanas de goma.
Onda expansiva
A fines de 2008, tras un terremoto en la provincia de Sichuan, Weiwei se alzó como activista político al liderar la investigación para que se revelasen los nombres de los niños fallecidos en el derrumbe de una escuela pública. Desde entonces, el artista sufrió varios episodios de hostigamiento que culminaron en 2011 cuando fue detenido en el aeropuerto de Pekín por un supuesto caso de evasión de impuestos; se le retuvo el pasaporte y fue encarcelado durante 81 días en un paradero desconocido.
El apoyo de la comunidad artística internacional se hizo escuchar con instituciones como el MoMA de Nueva York y la Tate de Londres, que exigían su liberación. Tras este episodio, la imagen pública de Ai Weiwei creció al igual que su interés por denunciar todo tipo de violaciones a los derechos humanos, partiendo por su propia experiencia como preso, que dio paso a una obra que fue exhibida en la Bienal de Venecia en 2013.
"Me parece una broma de mal gusto que el control del gobierno haga más popular mi obra en el extranjero. Su objetivo es limitar mi influencia al máximo, pero mi estatus e imagen mejoran cada vez que me detienen", comentaba en una entrevista vía e-mail a La Tercera, ese mismo año, antes de su exposición en Valparaíso.
En los últimos años, la influencia del artista ha experimentado una onda expansiva, sobre todo desde que puede salir de China. Acaba de realizar una de sus últimas obras en el Wade Thompson Drill Hall de Nueva York, en colaboración con la oficina de arquitectos Herzog & Meuron, los mismos con quienes trabajó para la apertura de los Juegos Olímpicos de 2008, cuando aún tenía el favor del régimen. Titulada Hansel & Gretel, se trata de una instalación inmersiva donde el público ingresa a un ambiente oscuro en el que es monitoreado por sensores de movimientos, cámaras y drones, para poner en cuestionamiento la continua vigilancia que vivimos en la sociedad contemporánea.
En tanto, aún es una incógnita la instalación que hará en Buenos Aires en noviembre, pero se sabe que dentro de sus obras más emblemáticas que llegarán a Proa están 100 millones de semillas de girasol (hechas de porcelana) que ya exhibió en la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres en 2010, y Forever bycicles, escultura monumental compuesta de 760 bicicletas apiladas, además de objetos, videos y fotografías.