Las opiniones se han vuelto largos recados por la prensa. Entre medio, cartas de abogados y la instalación de especies de bandos a favor y en contra. Al centro, la creciente figura del escritor Roberto Bolaño.
A menos de un mes de la llegada a librerías de una nueva novela inédita de su archivo, El espíritu de la ciencia-ficción, cada vez se habla más de la biografía personal y familiar del autor, y menos de su obra. Finalmente, el ejemplar es el octavo título que se publica tras la muerte del narrador en 2003, a los 50 años.
"Carolina López, viuda del escritor chileno, rompe su silencio para dar su versión sobre el legado del autor y explicar los motivos que le llevaron a cambiar a los gestores de la obra", señala el texto publicado como La verdad sobre Bolaño, en la edición de ayer del diario El País, de España.
La novela inédita del autor y sus 21 libros publicados pasaron a ser parte del catálogo de editorial Alfaguara (del grupo Penguin Random House), tras 20 años de relación con el sello Anagrama. La heredera de Bolaño decidió romper el vínculo con el editor Jorge Herralde, quien apostó por su trabajo desde la publicación de Estrella distante, en 1996.
Hace dos semanas el agente literario Andrew Wylie, representante de Carolina López, afirmó en el diario El País que el cambio editorial se producía "únicamente por razones editoriales".
Ayer, López profundizó en su punto de vista: "Roberto murió en 2003 tras largos años de enfermedad y su voluntad siempre fue que su esposa y sus hijos gestionaran su obra, como hemos venido haciendo con discreción (..) Ahora me veo, tristemente, en la obligación de romper este silencio de más de 10 años".
Su artículo parte refiriéndose a las opiniones expresadas en la prensa por Jorge Herralde y el crítico español Ignacio Echevarría. Según ella, "lejos de referirse a cuestiones literarias de la obra de Roberto Bolaño, tratan sobre asuntos de mi vida privada, la de mis hijos y la del propio Roberto que no son ciertas".
Echevarría, amigo de Bolaño, se preocupó de la edición de títulos póstumos desde 2666 (2004) a El secreto del mal (2007). Sin embargo fue alejado, según dice, debido a razones personales: "Mi buen entendimiento con Carmen Pérez de Vega, la mujer con la que Roberto Bolaño mantuvo un larga y estrecha relación sentimental durante los últimos años de su vida", como escribió en su texto Bolaño borrado, publicado hace un mes en el suplemento El Cultural.
En su texto, la viuda del escritor desmintió esas razones. "Es absurdo que Herralde y Echevarría decidan por despecho quién fue, y desde cuándo, su pareja. Con gran dolor, mis hijos y yo estamos pagando, me temo, las consecuencias de nuestra salida de Anagrama".
Es probable que lo más grave sea la acusación contra el sello creado por Herralde en 1969. Según dice López, perdió la confianza en el editor cuando revisó los contratos. "Me percaté de que en 2005 Anagrama había formalizado sin mi autorización un pacto por el cual estábamos pagando comisiones mucho más altas de lo habitual. Si las comisiones rondaban de costumbre el 20%, mis hijos y yo pagábamos entre un 35% y 55%". Además, afirma que Anagrama "amplió el límite de ejemplares que podía editar hasta la inverosímil cifra de 5.000.000 cuando los topes de los contratos anteriores eran de 20.000 ejemplares. Además, cuando se firmó el referido contrato en 2005, ya había caducado la vigencia de varias obras por haberse superado el límite de edición".
La viuda subraya, también, que "cuando Roberto murió, sólo hacía siete años que publicaba en Anagrama. De la totalidad de su obra (15 libros), seis los publicó en otras editoriales (Seix Barral, Acantilado, Lumen, Planeta Chile y Mondadori)".
Ayer consultados por el tema, desde Anagrama dijeron que "por el momento Herralde no va a declarar nada al respecto".
Malas prácticas
La pugna entre la viuda de Bolaño con Ignacio Echevarría es la que más se ha expuesto. Desde los desacuerdos del crítico con títulos póstumos como El Tercer Reich (2010) y Los sinsabores del verdadero policía (2011) hasta lo que ha llamado la creación de una "memoria oficial" de Bolaño. "Una memoria retocada, censurada".
El año 2005 se rompió la "relación profesional", escribe López, debido también a pérdida de confianza. "En el trabajo de coordinación de la edición del libro El secreto del mal tuve conocimiento de que había difundido por correo electrónico a terceras personas el manuscrito inédito de dicha obra sin pedir mi autorización y antes de haber firmado contrato alguno. Valoré esto como una frivolidad y una falta de responsabilidad. Cuando le pregunté por ello reconoció su error, pidió disculpas y dimitió de su cargo. Miente, pues, cuando afirma que lo despedí. Y miente cuando relata los motivos", añade, y lo acusa de atribuirse el rol de albacea.
En una carta que hoy publicaría el diario El País con el título de Desmentidos de un presunto albacea, Echevarría rebate a la viuda: "Nunca he tenido una 'relación profesional' con Carolina López. Nunca he dicho que me haya despedido de ningún cargo, porque nunca he ocupado ninguno en relación a ella, ni me ha pagado nunca, por lo que mal me podía despedir, como dice". Agrega: "Nunca hasta ahora me he referido a la vida privada de Carolina López ni de sus hijos. Me he limitado a dejar constancia de la relación de Roberto Bolaño con Carmen Pérez de Vega, y lo he hecho movido por el escándalo que me producía la insistencia de Carolina en negar esa relación y la prepotente manera en que ha acosado a Carmen Pérez".
El crítico alude a las cartas enviadas desde el 2012 a diferentes periodistas, documentalistas, y a la propia Pérez, desde la firma de abogados Gómez-Acebo & Pombo, que representa a López. Misivas que exigen el "cese en la difusión de información falsa" referida a señalar que Carmen Pérez "nunca tuvo la condición de mujer de Roberto Bolaño". Pérez se encuentra actualmente en un juicio iniciado por López.
Además, en su carta Echevarría precisa que es falso que difundiera por correo electrónico manuscritos inéditos y se pregunta: "¿Controla López mi correspondencia? (...) Sin incumplir ningún acuerdo ni expreso ni tácito, me limité a consultar con Carmen Pérez el contenido de ese libro, para averiguar si había piezas de interés que se me escapaban. Cuando Carolina me lo reprochó, de malas maneras, asumí, sin problemas, mi responsabilidad y acepté apartarme de mis funciones como asesor del legado literario de Bolaño. Después de la histeria con que Carolina trató ese asunto, lo mejor era alejarse de allí".