MCQUEEN ES TODO Y TODOS SON MCQUEEN
Todos los diseñadores y consumidores de moda le deben algo a McQueen. El melancólico y rebelde artista cuyo medio creativo fue la moda, comprendió muy tempranamente que la ropa es sólo un componente más del relato, y no necesariamente su esencia. Se afanó en la elaboración de complejos espectáculos mezquinamente llamados desfiles -algún día estarán rotulados como "acciones de arte"-, en que los elementos teatrales, musicales y tecnológicos estaban tan presentes como las prendas. Sus puestas en escena fueron épicas, valiéndose de todo medio expresivo para crear atmósferas que muchas veces cruzaron la frontera de la moda. Imborrable es la imagen de la diva de las pasarelas y la publicidad de los 90, Shalom Harlow, durante el desfile de su colección primavera-verano 1999: mientras la modelo giraba sobre sí misma, dos robots esmaltaautos de la fábrica Fiat la rodearon en un acto que asemejaba una danza tribal. Los brazos mecánicos de las máquinas terminaron por pintar a rayas su vestido blanco, y ella salió de la pasarela con pasos exagerados y perturbadores ademanes en lo que fue un hito en la historia de la moda.
Colecciones acompañadas de shows soberbios hubo muchas, y todas se convirtieron en clásicos del universo fashion. Sus propuestas de ropa también dejaron una herencia de la cual todo diseñador se ha alimentado, como el pantalón Bumster, a la cadera, que impuso en su colección Dante del año 96-97; los skinny jeans, y los leggings, por los que apostó mucho antes de que se legalizaran en las altas arenas de la moda. Con la llegada de 2000 sus colecciones entraron en una escalada de complejidad cuyo análisis muchas veces estuvo a cargo de Sara Mower, una de las periodistas de moda más serias y talentosas, quien dejó claro en los "reviews" que escribía para style.com que la mente del genio inglés estaba poblada de talento, sensibilidad y una sintonía definitiva con el tiempo en que vivía.
La temprana formación de McQueen en las sastrerías de la calle Saville Row, en Londres, le dio la mano y el ojo maestro en el oficio del corte y la confección con los que le imprimió un barniz unisex a todas su colecciones. Con los años incorporó una línea masculina y siempre mantuvo puentes perfectos entre las colecciones de hombre y las de mujer.
La libertad creativa de McQueen es tan vasta, que lo vuelve un diseñador difícil de clasificar en cuanto a su estilo. Es imposible decir "esto es muy McQueen", porque todos los estilos son su estilo. Hay algo de todos en él y todos tienen algo de él, porque fue un gran catalizador de sensibilidades. Quizás también por eso fue que su cuerda se cortó por el lado más sensible y que más afecta a cualquier ser humano: la pena por la partida de la madre. No queda otra que ver su muerte inesperada como un gran final de obra en el punto cúlmine de su existencia. Porque McQueen se fue luego de haber montado el que fuera el más completo y perfecto desfile de su carrera, el llamado Plato's Atlantis (primavera-verano 2010), cuyos looks homenajeamos en nuestra portada.
SU ULTIMO LEGADO EN PARIS
La gran pregunta que surgió cuando se supo de su muerte fue qué pasaría con su colección otoño invierno 2011 en la semana de la moda de París. Además, corrían rumores de que no estaba terminada. Pero los organizadores aclararon que, días antes de fallecer, McQueen alcanzó a entregar íntegra su colección. Por eso se espera que el desfile, este martes 9 de marzo, sea el gran último legado de este genio de la moda a las pasarelas que tanto lo alabaron.
MCQUEEN NO HA MUERTO
Desde de su muerte, la industria de la moda comenzó rápidamente a especular qué sería de la firma creada y liderada por el inglés de 40 años que convirtió su nombre en un ícono de la moda. Mientras algunos ya sentenciaban el fin de la marca por la imposibilidad de encontrar un sucesor a la altura del diseñador británico, François-Henri Pinault, miembro del directorio de la empresa PPR, que controla la mayoría de los capitales de McQueen, afirmó que la marca seguirá adelante, a pesar del deceso de su creador. La apuesta es consolidar la marca internacionalmente y hacer perpetuas sus colecciones, tal como él lo quería.
GANANCIAS POSTUMAS
Apenas se conoció la muerte de Alexander McQueen, el 11 de febrero pasado, las ventas de su marca, comercializada bajo el imperio de Gucci, crecieron 1.400%. Sus seguidores, interesados en adquirir al menos una prenda del niño terrible de la moda, se han concentrado en comprar sus famosos pañuelos con estampados de calaveras y los vestidos estilo punk que caracterizaron parte del controversial estilo de McQueen.