"No sé lo que vaya a pasar, lo único que sé es que algo ha cambiado y espero que sea para mejor. Es un nuevo día para Zimbabwe", cuenta esperanzada al teléfono desde Londres, Tendai Whitney, una enfermera zimbabuense de 35 años.
La alegría de Tendai se relacionaba con la noticia de que el Presidente Robert Mugabe, de 93 años, está a un paso de dejar el poder luego de 37 años tras la intervención militar con tintes de "golpe de Estado", el martes pasado.
Tendai nació dos años después de que Rodesia lograra su independencia, en abril de 1980, tras 90 años como colonia británica, tras lo cual el país adquirió el nombre de Zimbabwe. Durante la guerra de independencia (1972-1979) entre nacionalistas negros y la minoría blanca en el poder, liderada por Ian Smith, murieron 27.000 personas. "Somos conocidos como la generación que nació libre. Nosotros no peleamos en la guerra, pero era una beneficiaria de esa libertad", cuenta Tendai a La Tercera.
Mugabe, que por ese entonces era el líder de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (Zanu), tomó el poder como primer ministro. Joshua Nkomo, presidente de la Unión Nacional Popular Africana (Zapu) y compañero de Mugabe durante la lucha armada, fue nombrado ministro del Interior. En febrero de 1982, Nkomo fue acusado de planear un golpe y eso le valió la expulsión.
Luego comenzó un período de más estabilidad y con un importante auge de la economía. No por nada Zimbabwe se ganó el apodo de la Joya de Africa.
En diciembre de 1987, Mugabe se convirtió en Presidente tras reformar la Constitución para transformar el país en un régimen presidencialista. Dos años después, los movimientos rivales se fusionaron para convertirse en la Unión Nacional Popular Africana - Frente Patriótico.
Fue justamente en 1987 que el canadiense Sumeet Bahv llegó hasta Harare debido a que su padre trabajaba para Naciones Unidas. "He estado durante los buenos tiempos y los malos tiempos en Zimbabwe. Los buenos tiempos, fueron desde los 80 hasta el 2000. En esa época el sistema educacional, los hospitales, el sistema de salud, la agricultura, el turismo, todas esas industrias estaban en auge. La economía iba bien, todo el mundo estaba feliz. Todo estaba disponible en los negocios, todo era costeable, con el sueldo alcanzaba para vivir bien. Todo el mundo podía costear el envío de sus hijos al colegio. Se pagaban becas para que todo el mundo fuera a la universidad, por eso la educación era tan buena. En ese tiempo el cambio respecto del dólar era 1 a 1. Las personas ganaban suficiente dinero en una escala local, costeabas todo lo que necesitabas: casa, comida, se podía tener una vida bastante buena", explica a La Tercera este médico radicado en Florida.
Una experiencia similar tuvo Tendai: "Asistí a un colegio gratis y de buena calidad, tenías restaurantes, íbamos de vacaciones. La vida era muy buena por ese entonces".
Sin embargo, todo comenzó a cambiar desde fines de los 90, tanto en aspectos económicos como sociales. Mugabe dio un giro en 2000 tras el rechazo, en un referendo, de un proyecto de nueva Constitución. Así, tomó la controvertida decisión de expropiar las granjas a propietarios blancos en una reforma agraria caótica, a fin de distribuir la tierra entre la población negra. De esta manera, más de 4.000 blancos abandonaron sus explotaciones agrícolas.
Se generó entonces una crisis económica y la moneda se devaluó considerablemente. "Me acuerdo que cuando tenía como 18 años las cosas cambiaron, económicamente el precio del pan pasó de costar US$ 3 a US$ 13, pero pudimos sobrevivir", cuenta Tendai.
"En 2000 comenzó a aparecer el partido de oposición y en el caso del gobierno se vieron políticas más autoritarias. Entre las cosas que hacía (Mugabe) era que trataba de socavar a la oposición, controlaba los medios de comunicación, había violencia política. Las personas empezaron a decir que ya no vivían en una democracia, sino que en una dictadura. Y en las elecciones de 2000 votaron personas que estaban muertas", recuerda Sumeet.
"Cuando Mugabe fue adquiriendo cada vez más poder era evidente que había que irse. Siempre he tenido mucho miedo de hablar, incluso tengo miedo que si digo algo en el living de mi casa en Inglaterra puedan castigar a mi madre en Zimbabwe. Estuvimos en silencio por este miedo invisible que te podrían agarrar en cualquier lado. Las personas al principio vieron en Mugabe como su héroe, pero después todo cambió y solo veía que quería más poder, que había corrupción, se olvidaron de las personas y sólo pensaban en sí mismos", concluye Tendai.