A mediados de los 90, Jorge Volpi  encabezó una cruzada para renovar la literatura mexicana. La Generación del Crack, como se autodenominó el grupo, quería enterrar el realismo mágico. Volpi lo planteó así: su novela En busca de Klingsor relata a modo de intriga, la fallida carrera de los científicos nazis por encontrar la fórmula de la bomba atómica. Son más de 500 páginas sin ninguna referencia a México. La consagración internacional del libro y en buena medida de Volpi, vino de la mano del Premio Biblioteca Breve, el que, como recordó el crítico mexicano Christopher Domínguez Michael, se legitimó premiando al boom latinoamericano de los 60. Realismo mágico incluido.

Pequeña treta del destino, no empaña el intento universalista de Volpi. Así lo entendió el jurado convocado por la Universidad de Talca que ayer le entregó el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2009. Dejó en lista de espera a Isidora Aguirre y Mempo Giardinelli, los finalistas más sólidos de esta versión. Volpi, además de unirse a una lista con premiados como Isabel Allende, Javier Marías y Ricardo Piglia, recibirá 20 mil dólares, los que recogerá en Chile en una fecha a definir.

MISION CUMPLIDA
Novelista, ensayista, diplomático, controvertida figura en la escena literaria mexicana y actual director del Canal 22, señal de TV cultural, Volpi dedicó más de una década a la trilogía sobre "el derrumbe de las certezas del siglo XX": El busca de Klingsor, El fin de la locura y No será la Tierra. La serie fue clave para que ganara el Donoso: "Es uno de sus grandes aportes a la narrativa iberoamericana, pues  realiza un imaginativo y crítico balance de las tendencias culturales e históricas del siglo XX, al tiempo que reflexiona irónicamente sobre las incertidumbres del recién estrenado siglo XXI", dijo el jurado encabezado por el académico chileno Cedomil Goic.

Al teléfono, el escritor que en 2007  fue profesor residente de la Universidad Católica, dijo estar "emocionado" con el premio y aseguró que la obra de José Donoso fue parte "de mi formación intelectual, empezando por El obsceno pájaro de la noche".  También recordó el plan de los Crack. "Nuestra intención era escapar de la obligación del escritor latinoamericano de ser exótico. A años de distancia, creo que ese objetivo se ha cumplido. Hoy es mucho más natural que cualquier escritor latinoamericano pueda tocar cualquier tema posible", dijo.

Con seguridad Volpi no ha evitado temas: Fidel Castro, Roland Barthes, Vladimir Putin o Albert Einstein han desfilado por sus novelas, siempre mezclas de ficción con ensayos sobre la sociedad contemporánea. En su último libro, El jardín devastado, cruza una decepción amorosa con la narración de la invasión a Irak en 2003.

Ambicioso, Volpi ya ocupa un lugar en las letras hispanas y, como todos, tiene seguidores y detractores. El crítico de La Tercera Juan Manuel Vial afirmó que el exceso de datos históricos de No será la Tierra hacía que "perdiera el norte". Domínguez Michael, en tanto, valora que en El fin de la locura, el autor puso "al servicio de la narrativa su habilidad como investigador y sus preocupaciones de ensayista".