La primera temporada tuvo mucha sangre, cortesía de no uno, sino que de una secta entera de asesinos seriales, inspirados en los cuentos de Edgar Allan Poe y seguidores de un villano seductor llamado Joe Carroll (James Purefoy). En el último capítulo, Carroll pareciera haber sido consumido por las llamas de un incendio, tras las sufridas pesquisas del detective Ryan Hardy (Kevin Bacon). La segunda temporada de The Following, uno de los estrenos más exitosos de 2013, regresa al cable hoy a la medianoche, por Warner Channel, y la historia se retoma un año después de donde la dejaron los espectadores. Todas las dudas pendientes sobre qué pasó son solucionadas. Y el aniversario de la desaparición de Carroll es usado por un nuevo grupo de seguidores para ejecutar una masacre, haciendo que el detective Hardy, ahora fuera del FBI, se vuelva a involucrar con la investigación.

Los fanáticos de la serie pueden esperar muchos giros de guión y sorpresas. Y lo que pueden dar por seguro es que habrá un alto conteo de cuerpos y unas escenas del crimen que dan escalofríos.

The Following es parte de la rápida escalada en violencia y oscuridad en las historias policiales que estrena el cable. Transmitida por la televisión abierta en EE.UU., el año pasado fue acusada de ser gratuitamente agresiva. Su primera entrega tenía, por ejemplo, a extraños enmascarados prendiendo fuego a víctimas en la calle. Por lo mismo, esta vez, su creador, Kevin Williamson (Scream, The vampire diaries), ya ha salido a protegerse las espaldas con el tema, declarando que no le gusta "el gore por el gore" y que esta temporada es más sobre el viaje interior del personaje de Bacon y menos sangrienta.

Lo cual se traduce en bajar el tono a escenas como las que se verán esta noche, con un muy realista asesinato masivo en un lugar público.

The Following es sólo una de las series que presentan el género del thriller policial con un giro psicológico, y con unas escenas del crimen que hacen que las del hoy clásico CSI sean para todo espectador. Por ejemplo, uno de los estrenos de cable más comentados del verano es True Detective, de HBO, protagonizada por Woody Harrelson y Matthew McConaughey, como dos policías que recuerdan la investigación de un oscuro asesino en serie. La historia partió con una escena del crimen cruenta: el cadáver de una mujer figuraba amarrado, con la cornamenta de un ciervo en la cabeza, posicionado casi como si estuviera rezando. La chocante imagen hacía ecos de otra serie estrenada el año pasado, Hannibal, en la cual las escenas del crimen -donde coincidentemente también se encuentran cornamentas, pero ensartadas en los cuerpos- son tan creativas como oscuras. La primera temporada de Hannibal -basada en el famoso personaje creado por Thomas Harris, interpretado esta vez por el actor Mads Mikkelsen- fue sacada del aire en una cadena televisiva de Utah, por su gráfica manera de narrar la historia. La segunda temporada se estrenará en EE.UU. el 28 de febrero próximo y los adelantos no sólo traen extremidades desmembradas, sino también lo que parece ser un mar de cuerpos.

La sangre y los crímenes vienen siendo hace años parte de las series norteamericanas más exitosas, pero lo que une a The Following, True Detective y Hannibal es que su uso de la violencia es más duro, son más gráficas, y su oscuridad se hace más patente con mucha tensión psicológica dentro de la trama.

En el caso de la serie de Kevin Bacon que regresa esta noche, aunque quizá sea la menos ambiciosa en narración de las tres, la promesa de menos violencia difícilmente se verá cumplida, ya que la historia tiene a dos nuevos villanos escalofriantes que no se conforman con matar, sino que siguen jugando y torturando a los cuerpos una vez exterminados.