A fines de los 70, las actrices Luz Jiménez, Myriam Palacios, Loreto Valenzuela y Soledad Alonso realizaron por un año un trabajo de investigación en terreno en casas y lugares de trabajo de un grupo de pobladoras con maridos cesantes, que sobrevivían como arpilleristas en medio de la pobreza y represión de los campamentos de Santiago. Esa investigación in situ, impulsada por la Vicaría de la Solidaridad, originó en 1979 Tres Marías y una Rosa, exitosa obra que con miras al Bicentenario se reestrena hoy, a las 20 horas, en el Teatro Nacional.

Con un nuevo elenco, pero a cargo del mismo director Raúl Osorio, el actual montaje es protagonizado por Cecilia Cucurella (Maruja), Priscila Huaico (María Ester), Catalina Bianchi (María Luisa) y Javiera Osorio (Rosa). A 30 años de su estreno, la vida en los campamentos que refleja la trama todavía perdura en algunos sectores y, según el elenco, la obra se vuelve aun más vigente por la contingencia de la crisis económica. "A los personajes de la obra todavía se les puede encontrar en la calle", apunta la actriz Catalina Bianchi, quien interpreta a una mujer abandonada por su marido. "La precariedad y la lucha por sobrevivir persiste. La marginalidad, la cesantía, la dificultad de educar y alimentar a los hijos son problemas que aún se mantienen", replica a su vez, Raúl Osorio.

El grupo de actrices reconoce también que el país ha cambiado en otros aspectos en estas tres décadas. "Ahora vivimos en una sociedad de consumo más fuerte. Hoy los comerciales de televisión anuncian que si uno se queda cesante las empresas te facilitan las cosas para seguir consumiendo. Chile ha cambiado, pero los problemas sociales son los mismos", dice Javiera Osorio, quien encarna a una pobladora que espera su tercer hijo.

El primer montaje de la obra fue visionario respecto del liderazgo femenino. "Hoy el país es gobernado por una mujer, tema que anticipaba la obra. Las mujeres hoy reivindican sus derechos como género, pero para 1979 era un tema innovador", dice Javiera Osorio. "Más del 60% de los dirigentes de los actuales campamentos son mujeres solas", agrega Catalina Bianchi.

En 1979, la obra intentaba retratar la realidad social del país y se presentó con gran éxito por 15 meses en el Teatro El Angel de Santiago. También se exhibió en giras por EEUU, Inglaterra, Alemania, Francia y Canadá. Por su temática, la pieza estuvo a punto de ser censurada. Incluso, el director Raúl Osorio y el dramaturgo David Benavente tuvieron que declarar ante el Ministerio de Defensa. Después del citatorio, militares vieron la obra y como no encontraron nada censurable, el montaje siguió en cartelera.