No hay misterios. Waldo Ponce es fanático hincha azul y así siempre ha sido reconocido. Las canilleras que usa son alusivas a la U y el ex mundialista, como buen fanático, sufre, celebra y vibra con sus partidos. Eso sí, hoy, el defensa tendrá una difícil misión que ya le ha tocado vivir cinco veces antes: enfrentar al rival de sus amores. Con la camiseta del Campanil le ha ido mal, perdiendo en los tres partidos que jugó por Supercopa y Copa Chile. En su fugaz paso por Universidad Católica en 2010, Ponce ganó una vez por el Torneo Nacional e igualó en otra, por Copa Libertadores. "Me ha pasado varias veces en distintas instancias. Es raro, pero uno se basa en el profesionalismo. Respeto y quiero mucho a la institución que me dio la oportunidad de ser futbolista. Será emotivo, pero quiero ganar", dice el central de 34 años, que disfruta cada minuto que puede dentro de una cancha de fútbol, tras aquella rebelde lesión al tendón de Aquiles que lo tuvo mucho tiempo sin jugar. "En las últimas fechas se ha visto la U que todos esperan ver, ganando a veces no sólo con fútbol, sino que metiendo y corriendo, como en el último partido ante Unión Española. Retomaron esa mística. Calidad de jugadores tiene", agrega Waldo.
¿Qué recuerdos guarda de U. de Chile?
Los dos procesos que viví. Desde mi formación, el debut, las veces que me fui a probar, hasta mi regreso, donde no pude jugar mucho por la lesión. La U es mi casa. Ahí pude ser lo que siempre quise. Tengo lindos y gratos recuerdos.
¿Cuál es el mejor de todos?
Recuerdo con mucho cariño lo que pasaba en la U cuando llegué. Era un club muy familiar, entrenábamos en el Caracol Azul. Era chico, pero la gente hacía todo con cariño. No digo que ahora no sea así, pero había mucha identificación con el club. Viví en la casa del jugador de la U, conocí todo por dentro y me empapé de eso.
Cuando se fue a probar, ¿quedó? ¿Nunca le dijeron que no?
Siempre me dejaron, pero como era de Los Andes y tenía que viajar tres veces a la semana me terminaba aburriendo. Fui cuatro veces a probarme, dos como defensa y las otras como delantero. El costo de los pasajes era complicado. Terminé siendo cadete en San Felipe y a los 16 la U me compró.
De esos dos procesos, ¿se queda con el primero?
Sí, claro. Pude jugar y tuve la suerte de ser capitán. Disfruté dentro de la cancha lo que es la U en su totalidad. Viví partidos emocionantes, gané clásicos, marqué goles, pero no pude ser campeón. En el segundo período participé en un par de partidos y citaciones, pero por mi lesión nunca fui regular. Me hubiese gustado salir campeón siendo un indiscutido. Fue mi deuda.
La lesión, sin duda, lo marcó.
Estar afuera fue lo peor. Nunca me perdí un entrenamiento, no dejé de ir a trabajar ni perderme partidos de mis compañeros, pero con las ansias de volver a jugar. Siempre quise que fuese en la U.
¿Qué fue lo más duro de esos años lesionado?
No encontrar solución a mi recuperación. Intenté todos los tratamientos posibles, no hubo ninguno que no utilizara. El primer doctor que me operó dijo que, lo más probable, era que no pudiese volver a jugar nunca más. Con la convicción y ganas de recuperarme intenté todo, no quería quedar con la espina de que no lo hice. Nunca me di por vencido.
Los entrenadores de esos períodos, ¿se portaron bien?
Jugué en el último periodo con Sampaoli y también con Lasarte en Copa Chile, pero muy poco. Sampaoli siempre quiso que me recuperara, Lasarte se preocupó mucho por mí al, igual que Figueroa. Todos aportaron dentro de lo que podían.
Fue dirigido por Bielsa, Sampaoli... ¿qué entrenador lo marcó?
Quien te hace debutar siempre te marca y a mí César Vaccia me dio la confianza. Después Bielsa. Con él pude ser regular en la selección adulta y respondí. Estuve siempre nominado desde los 19 años y nunca podía jugar. Nelson Acosta siempre me llevó a la selección también. Bielsa ha marcado a muchos en su carrera.
¿Realmente le cambió la mentalidad al futbolista chileno?
Si, por supuesto. Es lo principal que pudo hacer. No sólo lo bien que jugábamos. Lo principal del profe es que logró que nos creyéramos el cuento de que éramos buenos jugadores y muy capaces. Nos convenció de que teníamos condiciones para algo más que sacar sólo un puntito afuera. La generación que pudo iniciar Bielsa, por suerte ha mantenido el nivel y sigue ahí dando pelea.
Ahora los triunfos casi no se festejan, si no es jugando bien.
Es que el público que va a ver a la Selección no es el del fútbol normal. Hay muchos que van a ver a Chile y no saben nada de fútbol, lo hacen sólo porque es un chiche. No es como el hincha de club, que alienta vayas perdiendo o ganando.
¿Cómo está en Universidad de Concepción?
Bien. Universidad de Concepción es un gran club muy serio y ordenado. Fue difícil, porque primera vez salgo solo fuera de Santiago, sin mis hijos. Fue una decisión que se tomó porque necesitaba volver a reinsertarme en el fútbol. Estaba Ronald Fuentes como DT, que me conocía desde chico, y fue importante. Siempre fui su sucesor en el fútbol, aunque no alcanzamos a jugar juntos. Me aconsejaba mucho cuando era cadete y me regalaba zapatos.
¿Le hubiese gustado seguir en la U?
Sí, claro, obvio. Es donde me formé y soy hincha. Que mejor que jugar ahí. Me habría encantado ser más regular en la U después de la lesión al tendón, pero no se dio nomás.
¿Sería un sueño volver?
Me gustaría retirarme en la U, es mi casa. Pero en estos momentos le debo respeto a la U de Conce, que me abrió las puertas cuando otros me las cerraron. Disfruto el momento y ahí se verá, cuando termine mi contrato acá.
Eso es en mayo.
Sí, queda poco. Todo depende de cómo me sienta y termine físicamente para ver cualquier decisión
¿Dónde le cerraron puertas?
En varios lados, todos en base al miedo de tener una lesión larga. Hubo varias reuniones con otros clubes y decían 'no, éste va a pasar lesionado'. Pocos creyeron en mí y se dio así nomás.