Mientras navegaba en aguas dificultosas producto del fracaso de su carrera académica, al mismo tiempo que algunas de sus publicaciones eran despedazadas por la crítica, Walter Benjamin, atraído por el periodismo, comenzó a desarrollar una carrera como reseñista de libros en dos publicaciones fundamentales como lo eran Die Literarische Welt y el Frankfurter Zeitung.
Publicado por editorial Hueders, La tarea del crítico viene a completar junto con el anterior Juicios a las brujas y otras catástrofes una panorámica de la producción más relevante del escritor y ensayista alemán durante la década de 1920. Los textos seleccionados, acompañados de un iluminador prólogo y de textos introductorios, está a cargo de la escritora y traductora argentina Mariana Dimópulos.
Entre los casi ciento cincuenta textos críticos publicados por Benjamin desde 1926 hasta su suicidio en la frontera franco-española en 1940, el puñado elegido para esta edición chilena nos ofrece una panorámica de lo que fueron sus intereses, casi siempre peculiares, entre los que destacan, además de publicaciones literarias o filosóficas, libros especializados como guías de viaje, libros infantiles, teatro de marionetas, el arte circense e incluso un libro sobre hierbas medicinales escrito por un sacerdote suizo. Sin embargo, también da cuenta de joyas literarias como Bertolt Brecht o Paul Léautaud.
Aunque relativamente tarde, como hiciera notar el pope de la crítica alemana Marcel Reich-Ranicki, su ejercicio como crítico provocó una escisión definitiva sobre la comprensión de tal tarea. Y es que si bien no reseñó a los autores insignes de su tiempo (como eran por entonces Alfred Döblin, Robert Musil, Joseph Roth o Hans Fallada), a Benjamin "no le faltaban tiempo y paciencia para ocuparse una y otra vez de novedades raras y a menudo totalmente irrelevantes", sostenía Reich-Ranicki.
Este interés por asuntos periféricos, en verdad, tenía como correlato el horizonte de intereses que Benjamin desarrolló durante toda vida. Temas como la consideración del escritor como "productor" o el tema de la violencia política, tenían su paralelo en el ejercicio crítico, como se comprende con la reseña Guerra a la guerra, donde aborda de manera despiadada una antología sobre el fascismo alemán compilada por Ernst Jünger en 1930.
En un momento mientras era traductor, locutor de radio y periodista, Benjamin armó un conjunto de tesis sobre el crítico. Sostenía que "sólo quien puede aniquilar puede criticar". Para él, la crítica debía ser un asunto moral, alejada de la opinión pública y de cualquier tipo de relación con el mundo literario. Dadas esas condiciones, el crítico podría desempeñarse de manera significativa en el mundo. La base o el fundamento "aniquilador" de este quehacer cultural tal vez es el resultado de responder a las urgencias de su tiempo frente a los hechos que se desarrollaban con rapidez en todo el continente europeo en ese momento. Ellos exigían que alguien reformara la manera de cómo se debía escribir sobre libros y autores, por lo que el conjunto de ensayos que componen La tarea del crítico dan cuenta de que su autor estuvo a la altura y las exigencias de su tiempo.