Golden State Warriors derrotó anoche por 129-120 a Cleveland Cavaliers en el quinto partido de las finales de la NBA, con lo que cerraron la llave por 4-1 celebrando su segundo título en tres años.
Las cosas ya se veían oscuras para el visitante antes del inicio del compromiso, pues estaba 1-3 en la serie, al borde del abismo. Cleveland sabía que nunca antes un equipo ha podido remontar un 0-3 (como alcanzaron a estar), pero de todas maneras se propusieron un duelo similar al que ganaron, el viernes en Ohio.
Pero Golden State tuvo paciencia. Aunque LeBron James o Kyrie Irving repitieran puntos espectaculares como en el cuarto duelo (cuando evitaron la barrida), esperaron con paciencia ponerse arriba. Fue al final del segundo cuarto cuando el equipo de Curry, Durant y Green mostró sus cartas de triunfo: 15 puntos seguidos, que transofrmaban un 39-43 en 54-43.
Luego, administró la ventaja hasta el final del compromiso. Sólo restaba celebrar.
La dinastía
Sin apresurarse mucho, en Estados Unidos están abiertos a considerar al equipo de Golden State Warriors 2016-2017 como el mejor de la historia de la NBA. Se discutía hasta ayer y se seguirá hablando hasta que empiece otra temporada. Lo hecho ayer, al cerrar la Liga con una sola derrota en playoffs, acrecienta esta posibilidad.
Pero el triunfo de anoche en San Francisco no sólo aplastó 4-1 a los Cavs, sino que selló un 16-1 en el total de la postemporada para los californianos, algo que no se veía desde que que Los Angeles Lakers cerró 15-1 sus playoffs en 2001, cuando la primera ronda de la fase por llaves se jugaba sólo al mejor de cinco enfrentamientos.
La temporada regular 2016-2017 ya fue tremenda para Warriors.
Claro, no fue el 73-9 con que rompieron marcas en la temporada pasada (aunque ese año no fueron campeones), pero el 67-15 de esta campaña regular no deja de estar bien.
De hecho, el equipo ha tenido la mejor marca de la liga en la primera fase por tres años consecutivos.
Desde que Steve Kerr se hizo cargo del quinteto, en 2012, la marca es de 254 triunfos y 44 derrotas (47-15 en postemporada), números que ni siquiera los Bulls de Michael Jordan alcanzaron.
Es que lo que se discute es si alguna franquicia había reunido tal cantidad de talento en la historia de la NBA. Golden State ganó 31 de sus últimos 33 partidos y no han cedido cuatro partidos seguidos desde marzo de 2013.
Durant ha arrasado desde que se inició la primera fase; el base Curry podría ser MVP; el escolta Thompson ha estado inspirado en el cesto y recuperando bien; y Green, perfecto en el juego colectivo.
Más precisos, ¿está la dupla Durant (28 años)-Curry (29) está al nivel de Magic Johnson-Karem Abdul Jabbar; Shaquille O'Neal-Kobe Bryant o Michael Jordan-Scottie Pippen?
La pareja, que se alternan como grandes figuras de los partidos (y se unieron para dar vuelta el tercer duelo) no tuvieron un inicio feliz juntos. Había poca química, hasta que Kerr les hizo ver el potencial de su juego complementado.
Durant venía de ser la figura de un equipo, Oklahoma City. "Tomó algún tiempo, pero sus talentos se complementan entre sí de manera natural: son dos jugadores muy desinteresados, relativamente tranquilos, que no juegan sólo para llamar la atención, pero viven bien con ello", resume Kerr.
El caso de Green se trató con pinzas. Su temperamento tal vez le costó la final de 2016, cuando debió ausentarse del quinto juego por una suspensión, lo que gatilló la remontada de Cavs de 1-3 a 4-3.
Pero a Warriors ni el 3-1 con que llegaban al enfrentamiento de anoche hizo que olvidaran que son los mejores. El mismo DT reconoció que el marcador podía inducir cierto relajo, pero no es el caso de Golden State, cuya filosofía es "siempre podemos tener la posibilidad de superarnos". Lo dice Kerr, gestor de la naciente dinastía.