Washington reaccionó a las declaraciones que hizo el Presidente de Siria, Bashar al Assad, a la cadena estadounidense ABC, donde afirmó, entre otras cosas, que no ordenó matar a manifestantes opositores a su gobierno durante las revueltas.

El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que "simplemente no es creíble" el argumento de Assad.

"El mundo ha sido testigo de lo que ha sucedido en Siria. Estados unidos y muchas, muchas otras naciones en todo el mundo quienes se han unido en su condena a la atroz violencia en Siria perpetrada por el régimen de Assad saben exactamente qué está pasando y quién es el responsable", agregó.

En tanto, el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Jeffrey Feltman, dijo en Beirut tras reunirse con el primer ministro libanés, Najib Mikati, que desean usar todas las herramientas disponibles a la comunidad internacional para cambiar lo que está sucediendo en Siria utilizando medios pacíficos. Según Feltman, eso incluye el levantamiento de una prohibición contra medios extranjeros y observadores impuesta por "este negocio familiar que es llamado el gobierno de Siria"
   
Esto, mientras la Liga Arabe amenazó con imponer sanciones a Siria a menos que sus fuerzas armadas se retiren de los centros urbanos y se inicie un diálogo con la oposición. Las potencias occidentales y los vecinos Turquía y Jordania reclaman la renuncia del gobernante sirio.   

A esto se suma que Turquía aplicó hoy un impuesto del 30% sobre las importaciones de Siria en represalia por un tributo similar impuesto sobre bienes turcos.   

Rusia y Argelia dijeron que se debería dar tiempo al plan de paz de la Liga Arabe, que llama a la admisión de monitores internacionales.