El destino del soldado Bradley Manning está ya en manos del oficial militar que concluyó la última de siete audiencias en Fort Meade, cerca de Washington, para dilucidar si las pruebas sobre su presunta filtración de hasta 700 mil documentos militares y diplomáticos al sitio Wikileaks son suficientes para juzgarlo en una corte castrense.

En la vista que se desarrolló en la base militar próxima a la capital estadounidense, la fiscalía y la defensa presentaron sus alegatos finales ante Paul Almanza, quien ahora deberá evaluar todas las pruebas presentadas, incluidos 300 mil páginas de documentos clasificados y no clasificados de la acusación, antes de emitir su recomendación, previsiblemente el 16 de enero.

Mientras la fiscalía fundamentalmente dedicó su última hora de tiempo a detallar lo que califica de incontestables pruebas que implican directamente a Manning, su abogado defensor, David Coombs, sostuvo que las filtraciones no causaron daños graves alguno y que el Ejército fue negligente al no actuar sabiendo, como sabía, dijo, que el joven analista de inteligencia en Irak tenía fuertes problemas psicológicos.

Por ello, consideró que la pena de cárcel de por vida que puede afrontar Manning -ya que la acusación ya ha dicho que no pedirá la pena capital pese a la gravedad de los 22 cargos que pesan sobre él- es una "exageración" de un gobierno que se ha "excedido" en las acusaciones y pidió que, de ir a juicio, Manning reciba un máximo de 30 años.

"El cielo no se ha caído y no se caerá" por las filtraciones de Wikileaks, sostuvo Coombs. "Cualquiera que mire la información filtrada sabe la sencilla verdad: no ha causado daño alguno". En este sentido, retó a que se llame a testificar a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, para demostrar lo contrario.

"Si Clinton quiere seguir afirmando (la peligrosidad de los cables filtrados), que venga aquí y lo diga", desafió.

"30 años es castigo más que suficiente", agregó Coombs y sostuvo que para analizar este caso no sólo hay que ver los resultados sino también los "porqués" que llevaron a Manning a presuntamente filtrar los documentos a Wikileaks.

Al respecto, en su alegato final ante el oficial a cargo de la audiencia, Paul Almanza, Coombs volvió a insistir en que Manning sufría inestabilidad mental a causa de problemas de identidad sexual que le deberían haber incapacitado para servir en el Ejército, pero que éste no hizo nada para evitarlo pese a conocer sus circunstancias. "Manning estaba luchando con un desorden de identidad sexual durante su misión", dijo.

"Luchó en aislamiento, pero no luchó en silencio", agregó recordando los episodios de violencia y conflictos en el seno de su unidad que se han presentado como prueba en los pasados días de audiencia. Pese a saberlo, acusó, el Ejército no actuó.

Como prueba, Coombs leyó hoy la carta que Manning había enviado a un superior inmediato revelándole sus problemas de identidad de género y cómo esto estaba afectando su trabajo.

"No sé lo que hacer al respecto (...) está afectando a mi carrera, es causa de dolor y confusión y hace que hasta las cosas más básicas me resulten difíciles (...) todo el mundo está preocupado por mí y me teme", leyó Coombs la misiva en la que Manning reveló sus dudas sexuales a su superior en Irak Paul Adkins, quien eludió esta semana testificar ante la audiencia para no implicarse.

Asimismo, Coombs recordó que Adkins escribió hasta tres memorandums desde 2009 en los que, entre otros, recomendaba para Manning "terapia psicológica inmediata" sin que sin embargo actuara para denunciar la situación ante instancias más altas o para alejar a Manning de su trabajo como analista que le daba acceso a servidores con documentos secretos militares.

"La falta de respuesta del Ejército es una bofetada a la justicia", recriminó Coombs, que pidió a Almanza que revise los cargos como un "baldazo de realidad" al gobierno.

FISCALIA
La acusación entretanto se limitó en su alegato final a hacer un repaso de las principales pruebas que considera implican directamente a Manning con la filtración y a recordar las declaraciones en este sentido de los testigos llamados a declarar durante los pasados días, como expertos informáticos o el hacker Adrian Lamo, que lo denunció a las autoridades tras ser contactado por el joven de 24 años.

Asimismo, entregó 300.000 páginas de documentos clasificados o no que asegura sostienen que "toda la actividad (de filtración) se relaciona directamente con Manning. Las pruebas son "aplastantes", sostuvo el acusador Ashden Fein.

Manning "usó su entrenamiento para desafiar nuestra confianza de forma indiscriminada", censuró y, durante una hora, destacó algunas de las pruebas que afirmó sostienen que Manning realizó una retirada "constante, deliberada y metódica" de documentos de las redes internas militares y diplomáticas de Estados Unidos.

Tras los alegatos, el oficial Almanza cerró las sesiones y, dirigiéndose directamente a Manning, quien la víspera desistió de hacer una declaración a su favor y que durante los siete días de vista se ha limitado a tomar notas del caso, le recordó al joven soldado que sus recomendaciones "no son vinculantes".

Con todo, éstas serán decisivas para que las instancias jurídicas militares superiores decidan en las próximas semanas o meses si Manning es sometido a una corte militar, tal como pidió hoy la acusación.