Escena uno: Jeff Tweedy mantiene el curso entonando las líneas de Via Chicago con Wilco urdiendo un manto hipnótico de guitarras y teclados. De pronto, caos. Glenn Kotche cruza su batería a la manera de un vehículo de frenos cortados arrasando su entorno mientras
golpea furioso el escueto arsenal de tambores y platillos, una interferencia fenomenal de escasos segundos como si estuviera pasajeramente poseído por el espíritu de Keith Moon. La colisión resulta magnífica y plástica a pesar de la dificultad implícita en la maniobra.
Escena dos: comienza Misunderstood, pero el ángulo amplía los sabores del original, ese corte que abre los fuegos de Being there (1996), el álbum que puso a Wilco en el mismo mapa de Radiohead. La canción ha sido reconvertida -prima cierta dulzura- sobre todo
gracias a las armonías entre Tweedy y su fiel compañero desde los tiempos de Uncle Tupelo, el bajista John Stirrat. "Si todavía amas el rock & roll", dice una parte de la letra y la gente presente en el teatro Caupolicán, que no repletó la sala para el debut de una de las bandas estadounidenses más influyentes de los últimos 20 años, disfruta particularmente el verso.
Si todavía amas el rock & roll comprometido a mejorar la articulación de su lenguaje cogiendo influencias de donde vengan, entonces la cita obligatoria del miércoles por la noche en un Santiago de cartelera musical hirviendo (también tocaron Foals y Sebastian Bach), era con Wilco.
Las secuencias memorables continúan. El guitarrista Nels Cline prácticamente entra en trance en Impossible Germany. Su solo hacia el final electriza al Caupolicán y deja chiquito el recuerdo de la versión registrada en el disco en vivo Sky blue sky (2007).
Heavy metal drummer, lo más parecido a un hit en un conjunto que nunca se ha tomado la molestia de componer uno, irradia una sensación de ensueño sobre ese relato plagado de evocaciones juveniles ("de verdad que echo de menos aquellas bandas de heavy metal que solía ir a ver en el embarcadero en verano").
Wilco apenas hizo pausas para un set de 25 temas que arrancó con la descarga eléctrica de Random new generator de Star wars (2015), sentando un sonido impecable en un grupo donde descolla el talento de Kotche para aplicar fluidamente los más diversos patrones rítmicos en un solo tema, sin distraer el foco en la elasticidad de la banda para desplegar influencias que cosechan lo mejor de las cepas estadounidenses y británicas en torno al rock. Wilco ha sabido conjugar los clásicos y sumar su propia perspectiva para terminar sonando como ellos mismos sin posibilidad de establecer muchas comparaciones, ni competencia en el arte de la música honesta e inspirada.