Wolfgang Amadeus Mozart, la insoportable levedad del genio
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">El 26 de marzo comienza el Festival de Música de Santiago, dedicado a Mozart, ejemplo perfecto del prodigio en la música.</span></font>
Nunca existirá el exceso de Mozart en la mesa. Consultado sobre los grandes compositores de la historia, Gioacchino Rossini solía decir que su dieta era la siguiente: "Tomo a Beethoven dos veces por semana, a Haydn cuatro veces y a Mozart todos los días. Beethoven es un coloso que a veces te da un golpe entre las costillas, pero Mozart siempre será adorable". El creador de El barbero de Sevilla es el primero de una larga lista de compositores que tuvieron al genio de Salzburgo entre sus santos de devoción. Franz Joseph Haydn decía que "pasarían 100 años antes que apareciera un talento similar en el mundo", Beethoven lo miraba casi con temor y Piotr Ilich Tchaikovsky decidió dejar la jurisprudencia y dedicarse a la música guiado por Mozart, su "Cristo musical".
A un año de que se cumpla el 260 aniversario del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), el Primer Festival Internacional de Música de Santiago ofrecerá un programa dedicado exclusivamente al artista austríaco, con 27 conciertos (nueve de ellos gratis), desde el jueves 26 al domingo 29 de marzo, en siete escenarios diferentes de la capital. Con el lema "Ven a conocer el efecto Mozart", reunirá a más de 300 músicos extranjeros y chilenos a cargo de diferentes piezas mozartianas (descargar programa de www.corpartes.cl).
Referencia absoluta de la música clásica, Mozart es imposible de olvidar en las programaciones de teatros de todo el mundo. Es, además, uno de aquellos músicos capaces de dar nombres propios a agrupaciones (el famoso Cuarteto Amadeus de Gran Bretaña es un ejemplo) y de originar festivales: el más famoso de todos es el Festival de Salzburgo, organizado desde 1920, en la ciudad natal del compositor.
En Latinoamérica, dos ejemplos son el Festival Esto es Mozart de Ciudad de México, que empezó ayer y se extiende hasta el 29 de marzo, y el Festival Internacional de Bogotá, que irá los primeros días de abril. Pero ¿Cuál es el encanto de la música de Mozart, para muchos el mayor genio en la historia de la música clásica ? ¿Es sólo eso o es también su vida y su circunstancia la que sigue iluminando nuestras rutas, en pleno siglo XXI?
Para el director de orquesta Paolo Bortolameolli, que dirigirá dos conciertos y conducirá tres charlas en el Festival de Santiago, la fascinación que ejerce el compositor se debe a tres factores. "A pesar de que su música se inscribe dentro del clasicismo, su vida, sus logros y sus tragedias personales son las de un compositor del romanticismo. Tuvo una niñez de genio, fue admirado por todos y murió a los 35 años, endeudado y tras haber creado más de 600 obras. Por otro lado, sus óperas son totalmente contemporáneas, con una penetración psicológica y atención a los detalles difíciles de hallar en otros músicos. Mozart es capaz de hablar de las relaciones de pareja de una forma moderna. Finalmente, su música es totalmente accesible, muy diáfana y fácil de seguir", explica el titular de la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción.
Hijo del también compositor Leopold Mozart y capaz de tocar el clavecín a los cuatro años, el compositor creó su primera sinfonía a los ocho. Le seguirían 40 más, las tres últimas consideradas las cumbres de su carrera como sinfonista.
Pequeño de estatura, de voz más bien aguda y con grandes ojos escrutadores, Mozart tenía una personalidad liviana, sólo oprimida por el carácter severo de su padre, quien le inculcó la ética del trabajo y nunca le perdonó su libertinaje amoroso y financiero. De acuerdo al biógrafo Alfred Einstein, Mozart gustaba de vestir a la moda, de los juegos de billar y no se medía en los gastos. Tampoco se limitaba en el trabajo, con una capacidad de creación sobrehumana y una memoria prodigiosa.
Su relación con el compositor italiano Antonio Salieri fue retratada primero en el drama Mozart y Salieri del ruso Aleksandr Pushkin y luego en la obra Amadeus del inglés Peter Shaffer, llevada al cine por Milos Forman en 1984. En ese contexto, se observa a un genio casi inconsciente de su talento, disfrutando de los placeres mundanos y desatando la envidia de sus contemporáneos. "Es imposible que Mozart, un genio que revolucionó todo lo que tocó, no hubiera provocado envidias a su alrededor. Eso es totalmente cierto", indica Paolo Bortolameolli.
El compositor austríaco, famoso también por sus cartas de contenido escatológico y un curioso sentido del humor, era capaz de improvisar y componer bajo la ley del mínimo esfuerzo. Salieri, consciente de la mediocridad propia y del genio ajeno, lo decía en estos términos: "Cuando Mozart creaba parecía tomar nota de lo que le dictaban los dioses".
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