Saber kung fu en Hong Kong durante los 60 era un asunto de cuidado. No todos respiraban el código de honor que hoy parece ser su columna vertebral. Por el contrario, tras la Segunda Guerra Mundial y el conflicto entre nacionalistas y comunistas, el kung fu se fue diluyendo y desvirtuando. En Hong Kong, el protectorado británico enclavado en medio de la gigantesca China, el milenario arte marcial era más bien leyenda y quienes lo practicaban eran irremediablemente asociados a bandas callejeras y grupos gangsteriles. No había código de honor. No el que hubiera querido al menos Wong Kar-Wai, entonces un adolescente.
"Es una de las razones por las que lamentablemente no sé practicar kung-fu. Mis padres sospechaban de él. Lo confundían con violencia, delincuentes y bajos fondos. Estaba estigmatizado y cualquier lugar donde se aprendiera se relacionaba con el crimen organizado. En la ciudad no había tantas escuelas ni estudiantes como ahora y las familias no alentaban su enseñanza", recuerda el realizador hongkonés. En plena promoción de su película más ambiciosa, The grandmaster: El arte de la guerra, Kar-Wai detalla la envergadura de tal empresa cinematográfica, un proyecto que le tomó cinco años de trabajo y que resultó ser el más caro de todos sus filmes: 40 millones de dólares que demandaron una precisa reconstrucción histórica que abarca 22 años en la historia de China y Hong Kong, desde 1930 hasta 1952.
El arte de la guerra, nominada a los Oscar a Mejor Fotografía y Mejor Vestuario, se estrena la próxima semana en Chile tras haber pasado por el Festival de Berlín 2013 e impresionar por la habitual personalidad visual de las cintas de Kar-Wai. Ganador a Mejor Director en Cannes por Happy together (1997) y responsable de Con ánimo de amar (2000) entre otras cintas, el cineasta hongkonés de padres chinos cuenta ahora la historia de Yip Man (1893-1972), uno de los máximos representantes del kung fu y maestro de Bruce Lee.
Es, al mismo tiempo, un intento por relatar un significativo pasaje histórico en la China del siglo XX a través de los ojos de un personajes (Yip Man, a cargo de Tony Leung) desde que empieza a combatir en su ciudad natal hasta que crea sus escuelas en Hong Kong,
Algunos han comparado El arte de la guerra con Erase una vez en América de Sergio Leone...
Es verdad. La banda sonora tiene, de hecho, un par de temas de Ennio Morricone de ese filme. Creo que debí llamar a esta película Erase una vez el kungfu. Y no hablo de patadas y golpes, sino que del código de honor y los valores de las artes marciales chinas. De una filosofía. Todo es parte de nuestra herencia cultural. Sucede que con los cambios que ha experimentado China en las últimas dos décadas, uno no puede sino mirar hacia atrás y re-examinar las circunstancias que moldearon nuestro presente. Espero que con esta película se abran ventanas y los extranjeros entiendan los valores centrales de nuestra cultura.
¿Qué lo llevó a hacer un filme sobre artes marciales?
Como todos los chicos de Hong Kong -y probablemente del mundo- crecí viendo películas de kung fu y mi ídolo era Bruce Lee. Desde que tengo uso de memoria quería hacer una película sobre artes marciales, pero no encontraba el ángulo. La historia de Bruce Lee ha sido contada un millón de veces y tampoco estaba interesado en rodar un filme con gente volando por los aires en busca de una venganza. Cuando, por fin, comencé a enterarme de la historia de Yip Man, el maestro de Bruce Lee, encontré el ángulo. Es la película que más trabajo me ha demandado: empezamos la preproducción en el 2008, entrevisté a muchos parientes y alumnos de Yip Man, a una docena de maestros. En fin, sólo rodarla tomó 22 meses, casi dos años.
¿Cómo es su relación con Tony Leung, que actúa en casi todas sus películas?
Tony ha actuado en seis de mis 10 filmes. No les tiene miedo a los desafíos y es el único actor que se adapta a mi forma de trabajar, que es muy poco ortododoxa. Para interpretar a Yip Man, le pedí que hiciera todas las escenas de combate, sin dobles. Al principio se desconcertó, pues jamás en su vida había practicado artes marciales. Luego, con 45 años, comenzó a practicar wing chun (que es el kung fu desarollado por Yip Man) de forma constante y vigorosa durante dos años. Durante la producción de la película se quebró dos veces el brazo, pero nunca se quejó. Eso es lo que llamo un actor comprometido con su trabajo.
En sus películas suele haber una fuerte relación de amor, ¿Por qué?
Las relaciones siempre son la mejor parte de cualquier historia. Los romances representan los mejores y peores años de nuestras vidas.
También sus películas son visualmente atractivas e inconfundibles.
Soy un tipo visual. Cuento historias a través de imágenes. Si fuera mejor escribiendo, sería escritor. Por otro lado, nunca veo las imágenes como cuadros aislados, sino en su relación con otras. Sólo estoy interesado en la magia que hay entre ellas.
¿Considera que sus últimas cintas son más comerciales que las primeras, como Happy together?
Para mí es difícil decir cuáles de mis cintas son más comerciales que otras. Ese criterio nunca es el punto de partida de mis trabajos. Además, depende del mercado y del país en que te encuentres. En Hong Kong mis filmes son considerados "comerciales", porque participan estrellas del cine chino o hongkonés. El arte de la guerra es mi película más grande hasta la fecha en presupuesto y envergadura, pero no es Iron Man 3.